Por Leonel Iparraguirre González

Después de algún tiempo de intentos por contactar con María de los Ángeles Ferrer, y de chocar con turnos de clases, direcciones erróneas y de otros muchos y justificados contratiempos, esta vez fue posible el intercambio con esta mujer que es, tan reconocida, como respetada en la ciudad  avileña de Morón.

La visita a su apartamento no pudo ser más amena, dejando siempre entrever, que esta sería la tercera entrevista que le han realizado, no obstante, de esta mujer, conocida como Mary Ferrer, siempre hay cosas por descubrir.
Y lo primero que nos reveló fue que es oriunda de Perea, en la antigua provincia de Las Villas, aunque allí sólo estuvo los tres primeros años de su vida.

De sus detalles familiares confiesa que sus abuelos eran isleños y que su padre era conductor del coche motor Bud que corría de Morón-Santa Clara-Habana y que incluso, mucho tiempo la residencia de su familia fue en los altos de la Terminal Ferroviaria de Morón. Acota que de sus padres y abuelos heredó lo de ser cumplidora y honesta.

Mary cursó estudios de la enseñanza primaria y hasta octavo grado en la Escuela Privada Madres Escolapia, en esta localidad, y hace referencia a las características de ese centro religioso.

En realidad nunca pensó ser educadora, pues
desde niña le gustaba el comercio, y recuerda que al terminar el Preuniversitario recibe un telegrama de aprobación para la carrera de Medicina, pero…

Mary había decido formalizar relaciones matrimoniales y, por supuesto, no era razonable ingresar a un centro becario para emprender estudios.
Formó parte de la campaña de Alfabetización en 1961, al ser ubicada como brigadista en la casa de Daniel Cabrera. Allí debíó alfabetizar a siete personas y en realidad enseñó a leer y a escribir a 13.

“Era una niña cuando asumí la tarea de alfabetizar, pues fue entonces cuando arribé a los 14 años de edad”, manifiesta Mary Ferrer.

Y es así como descubre su vocación por el magisterio e inició un programa de Superación en el IPE, para un tiempo después, ingresar en el Pedagógico de Camagüey en la especialidad de Matemática y otros tres años en Economía en la Universidad de Camagüey.

Su primer centro de trabajo fue la Secundaria Salvador Cisneros en esta ciudad y en 1976, se produce la apertura del Politécnico de Economía Félix Varela, donde fue la primera directora que tuvo esa institución.

Mary guarda en su memoria todos los detalles de su trayectoria laboral, de cuando fue seleccionada como dirigente de Cubalse, de cuando laboró en la tienda Los Balcones antiguos y después como gerente de la Unidad Los Balcones, donde radica actualmente.

Pero también esta moronera, presentó carrozas en las primeras ediciones del Carnaval Acuático, las que fueron premiadas por creatividad.
Durante seis curso laboró como profesora en la Facultad Obrero Campesina José Antonio Echeverría de esta localidad.

Hace justamente 20 años se acogió a la jubilación, luego se reincorporó y permaneció activa en las aulas otros 16 años.

Madre de dos hijos y reitera que adora a sus tres nietos.
Merecedora de premios, reconocimientos y distinciones que conserva con mucho amor.

Llega el momento de las últimas preguntas, las que responde sin titubeos:
“Mary es laboriosa, sincera, exigente y presumida”.

Y aquí hay una incidental:
Cuál es su fórmula para conservar la belleza, a pesar de tantos años de trabajo y esfuerzos?
“Las arrugas no mienten, son expresión de reírse mucho”.

Y sus deseos mayores?
“Que mi Cuba mejore”.

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