Por Leonel Iparraguirre González

Fue en 1972 cuando Ana Rosa Ramos Cazaña concluyó su formación pedagógica en Minas de Frío, Topes de Collantes y Tarará y recibía su diploma de graduada en un acto celebrado en el teatro Lázaro Peña, de la capital.

Comenzaba sus labores como maestra en el Seminternado Alberto Delgado de la ciudad de Morón, donde transcurrió la mayor parte del tiempo como educadora, aunque también permaneció cerca de 20 años como Jefa de Ciclo.

“Me encanta la educación, y a pesar de llevar cerca de ocho años desvinculada por problemas familiares que me obligan a permanecer en casa, siento no tener la oportunidad de reincorporarme”, confiesa Ana Rosa, quien ostenta el título de Licenciada en Educación Primaria

Cuenta que procede de una familia de educadores, pues su mamá Dulce María Cazaña, fue maestra durante muchos años en Camagüey.

Las nuevas medidas inspiran a esta maestra a retornar a las aulas, pero imperiosos obstáculos no le permiten la reincorporación.

“No existe una profesión más hermosa que la de educar, lo afirma una mujer que no miente y que acumula una rica trayectoria en el magisterio.”,concluye.

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