Por Héctor Izquierdo Acuña
A lo largo de su historia, Morón ha estado signado por la lucha contra las aguas e inundaciones. Fue esta, precisamente, la causa principal por la cual el incipiente caserío del Hato debió trasladarse para el lugar que ocupa hoy la parte más antigua de la ciudad. Zona baja y pantanosa hacia el norte, desde la década de los años 30 del pasado siglo se libraba una campaña en pro de la construcción de un alcantarillado que permitiera evacuar las aguas que en épocas de lluvias se adueñaron de la población.
En mayo de 1936, el periódico local El Comercio publicaba, en su primera plana, un titular que expresaba: “Laboremos todos por el alcantarillado”. Anunciaba, además, que en breve darían inicio las labores de su construcción.
Sin embargo, no fue hasta 1972 en que el Estado revolucionario puso en manos del pueblo el equipamiento necesario para la ejecución de tamaña empresa. En ese año es cuando se inician las labores. La obra comenzó en las afueras de Morón, con la construcción de dos plantas de bombeo en el norte y una en el sur. Luego, el entubamiento de las primeras cuadras y las tuberías centrales. Siempre las tareas marchaban desde la periferia hacia el centro de la ciudad.
Las brigadas de hombres permanentes en las obras y los movilizados por las organizaciones políticas, administrativas y de masas colocaron, en 1973, más de 8 kilómetros de tubería central, con las instalaciones de registros y entronques correspondientes, además de las acometidas a casas de familia.
En 1974 se soterraron más de cinco kilómetros de tubos de distintos diámetros. Ya en 1975 se daban los toques finales en las últimas cuadras de la zona norte de Morón.
Entre los equipos que hacían posible las labores del alcantarillado figuraban tres compresores para el funcionamiento de los martillos neumáticos; dos máquinas retroexcavadoras, encargadas de hacer las zanjas; tres camiones para el tiro de materiales; tres motobombas encargadas de extraer el agua que se acumulaba en las zanjas, y una pala mecánica que realizaba diversas tareas.
Los trabajos no estuvieron exentos de dificultades: el subsuelo pedregoso provocaba que se hiciera más lento el avance de los equipos, mientras que los manantiales brotaban apenas a dos metros de profundidad. Los hombres trabajaban generalmente dentro de varias pulgadas de agua. Sin embargo, el tiempo perdido por estas razones se recuperaba en jornadas nocturnas y de fines de semanas.
Para mediados de 1975, las fuerzas constructoras habían instalado 15 mil 760 metros de tuberías, fundido 253 registros y conectado mil 270 entronques a viviendas y unidades del comercio. Se previó que para el 26 de julio de ese año estarían concluidos el 75 por ciento de los trabajos. Las tres brigadas que se enfrascaban en la construcción del alcantarillado redoblaron sus esfuerzos para cumplir las metas propuestas en saludo al Primer Congreso del Partido.
Lamentablemente hubo que lamentar la muerte del trabajador voluntario Orlando Martínez Toris el 27 de febrero de 1973, a causa de un derrumbe de la zanja donde trabajaba en la calle Agramonte, entre Martí y Castillo. Una tarja perpetúa su memoria en el lugar de su deceso.
Culminadas las obras, todas las calles fueron pavimentadas, viéndose así realizadas las aspiraciones del pueblo moronense.