Por Arquímedes E. Romo Pérez

Los últimos años de la primera mitad del Siglo XX en Cuba, son convulsos, violentos, difíciles, signados por el agresivo proceder de la feroz dictadura establecida por el régimen de Fulgencio Batista.

Del otro lado la lucha intensa de las capas populares del país estimuladas por la gloriosa acción del Asalto al Cuartel Moncada, que origina el surgimiento de una generación liderada por el joven abogado Fidel Castro, dispuesta a luchar y continuar el proceso revolucionario prendido en La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes.

Son tiempos de dolor y miseria en los que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, cuando el trabajo de hace esquivo para la familia y ser joven es un delito. Es común ser asaltado por la muerte violenta en cualquier lugar de la Isla y a cualquier hora, como también común es el deambular de padres de familias que se lanzan al campo y recorren guardarrayas, caminos y colonias en busca de un trabajo ocasional, mientras que en la ciudad crece el número de personajes pintorescos que se confunden entre enfermos y necesitados.

Esta nomenclatura original y cruel exige una clasificación necesaria y las calles de Morón la tienen pese a que muchos confunden conceptos elocuentes. Entre los ejemplos deben citarse a “Kiko el loco” y “Rafaela”. Estos personajes nada tienen de populares. El primer caso es el lamentable hecho de un joven estudiante universitario que a causa del sistema social de la época, enferma y asume una conducta impropia que lo lleva a extremos.”Kiko” se torna violento, sucio, irracional y agresivo ante todo gesto de ayuda o atención, mientras que “Rafaela” es un emporio de descomposición social en el que une la palabra y el cuerpo con cierta dosis de enfermedad; resulta también irascible, agresiva y díscola.

Hay otros personajes con características diametralmente opuestas, entre los que se inscriben Platanito, El Holandés y Trujillo el Limpiabotas. El primero también se conoce como “La emisora de Chambas”. Procede de ese lugar del municipio y su actividad fundamental es anunciar los productos, baratillos y ofertas especiales de los Almacenes Ulpiano. Platanito camina largas distancias, recorre pueblos y comunidades como Falla, Ranchuelo, Punta Alegre y Morón. Porta una bocina de zinc similar a las que usan las victrolas primitivas, con la cual hace sus menciones comerciales, con un lenguaje que la mayoría de los oyentes no entienden, pero se hace acompañar por un sombrero alón en el que inserta una buena cantidad de anuncios que, en la práctica, lo convierten en una valla anunciadora móvil. Así cumple su cometido y hace el diario recorrido en una actividad que repite con regularidad, hasta ganar la atención del pueblo que lo admira y respeta; ese es su digo trabajo.

Otro que cuenta con un digno trabajo de pescador solitario en las aguas de la Laguna de la Leche es Pedro Leytè,” El Holandés”, un hombre noble y trabajador, nacido en la isla caribeña de Curazao. Humilde, trabajador, procedente de una familia de pescadores y que en Morón también se dedica a este arte que complementa con la guitarra. Con escaso dominio del idioma español canta canciones en inglés y recuerdan sus amigos y vecinos que como demostración de la nostalgia que le produce estar lejos de la familia y de la patria, todas las noches se sienta en el portal de su casa y entona una canción que repite hasta el cansancio:

“Que lejos estoy del suelo donde nací, Que inmensa nostalgia invade mi pensamiento,

Hombre muy sencillo y cortes, durante las festividades de fin de año o pascuas, los fines de semanas, y en ocasiones especiales, suele salir acompañado de su vieja guitarra por los distintos bares y cantinas de la ciudad para animar las reuniones de los parroquianos y especialmente de los políticos de la época, con una canción que es su preferida:
“Amigo mío te saludamos
Y deseamos felicidad;
Este conjunto de un solo “migo”
Que te desea felicidad.
Tagara garà, tàgara garà…..

Cuando desea finalizar una actuación porque ya su presencia no es grata ni favorable para su objetivo de obtener la regalía de unos pocos centavos, o porque el ambiente ya no le es favorable, toma la guitarra y canta una frase musical que se hace famosa y que llega hasta nuestros días: tres golpes sobre el diapasón y las cuerdas y…..

Este elemento es fu”.

En los anales de la Cultura Popular de la localidad “El Holandés” es un elocuente ejemplo de lo que es un personaje significativo y relevante. Lamentablemente no se conoce por qué es que se radica en Morón. Aquí se establece, crea amistades, se acerca a la familia Ríos, también conformada por humildes pescadores, forma un hogar y dedica parte del tiempo de descanso, especialmente en las tardes, a sacar sonidos de las cuerdas de su vieja guitarra.

Trujillo el Limpiabotas tiene su pequeño sillón en Martí y San José, casi en la puerta del Bar Alicia y rodeado de otras unidades similares como El Mayito, El Partagàs y El Submarino Bar. Según sus amigos Trujillo consume en alcohol más que en alimentos y con excepción del horario del sueño, reside permanentemente en una de las referidas unidades. La población le conoce como alcohólico y las damas lo esquivan por ser un malhablado o grosero en sus expresiones.

Los amigos más cercanos comentan que Trujillo es un beodo inteligente, que tiene cierta preparación cultural, pero que la bebida lo domina, no obstante, tiene expresiones sabias que lo distinguen. En cierta ocasión se detiene una rastra cargada de cajas de cervezas vacías frente a su puesto de trabajo y Trujillo abandona al cliente que tiene en el sillón y sobre una silla y a todo pulmón grita para que le escuchen:”Señores yo soy Trujillo el borracho, pero yo no bebo cerveza…Quién se bebió esta rastra?”

En ocasión de una nutrida manifestación de duelo que se realiza a pie hasta el cementerio de la ciudad, al arribar a la necrópolis, dice a los amigos que le acompañan:”Si los que están dentro no pueden salir y los que estamos fuera no queremos entrar, para qué….necesita tapias el cementerio?”.Cierto día cuando está dándose unos tragos con unos amigos en el bar del Parque “Ignacio Agramonte”, tras observar detenidamente la torre de la Iglesia Católica, tiene otra meditada reflexión:”Señores, si esa es la Casa de Dios para qué necesita pararrayos?”

Trujillo tiene algunos buenos amigos, especialmente quienes le tratan respetuosamente. Conoce a una gran parte de los hombres de la clase media de la localidad, comerciantes y especialmente políticos. Los respeta, pero hay algo significativo en el tratamiento: no mendiga, no pide, sino exige se le pague su trabajo. Conoce en sus debilidades a la mayoría de los “caballeros” y las “damas “de Morón, y le presta a cada quien la atención que según él merece. Cuando alguien de sus allegados le pregunta por qué le da esa respuesta a éste o aquel, Trujillo, muy tranquilamente response:”Las heces son heces aunque procedan de una princesa”.

El exceso de alcohol, la falta de la alimentación adecuada y la vida desordenada que arrastra, le adelantan la muerte a este hombre que, nacido en Pinar del Río, termina su existencia en una pequeña habitación localizada en la esquina de las calles Serafín Sánchez y Castillo, en la ciudad de Morón. Escasas son las personas que lo acompañan hasta su última morada.

Apesteguìa, Kiko, Rafaela, Platanito, El Holandés o Trujillo, son personajes de una ciudad que se prolonga en el tiempo, y aunque todos no aportan a la conformación de una cultura popular local, no hay duda que todos, con sus características individuales, se integran al folklore propio de un Morón, familiar, tranquilo, apacible, que tanto ayer como hoy, ama a los suyos, los recuerda, respeta, inserta y exalta a las páginas de la historia.

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