Por Leonel Iparraguirre González
Con su minúscula estatura, Blas Martínez Rojas colgaba sobre su hombro una pesada grabadora de cinta magnetofónica, un bolso donde llevaba su agenda y demás avatares propios de un reportero de prensa.
Así se le veía desde finales de los años 60, por campamentos cañeros, fábricas, centros de producción y servicios, en actos públicos y en otras muchas coordenadas informativas de las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila. Era el periodista acreditado por el periódico Juventud Rebelde en estos territorios del centro del país.
Desafiando las inclemencias del tiempo, transitando por caminos de canarreos, subiendo alturas y descendiendo lomeríos como un verdadero soldado del periodismo, anduvo durante muchos años, unas veces montado en el sidecar de una moto Ural facilitada por su órgano de prensa, y otras con su paso corto y dificultoso acercándose al centro de la noticia.
Luego decidió practicar el periodismo radial, tras haber obtenido el diploma de graduado de esta profesión en la Universidad de Oriente, y fue entonces cuando penetró en los estudios de la CMIX Radio Morón para hacer gala de su técnica y de su maestría en la incursión detrás de la noticia.
Allí fue también Jefe de Redacción Informativa, impartía seminarios, post grados, talleres y conferencias sobre géneros periodísticos, de quien aprendimos muchos secretos de la profesión.
Se mostró visiblemente emocionado al recibir hace unos años en Ciego de Ávila el Premio Orlando Castellanos por la Obra de toda la Vida, el que acompañó a la distinción Félix Elmuza, al sello laureado del Sindicato de Trabajadores de la Cultura, y a la distinción Raúl Gómez García que recibió cuando acumulaba 25 años de labor periodística.
Su pequeña estatura se contrapone a su tamaño como profesional del periodismo, pues con su trabajo estable, su ética y amor a la noticia, ha hecho valedero su propia máxima de que “los hombres se miden de la cabeza al cielo”.