Por Leonel Iparraguirre González
Arquímedes Chávez Gálvez, se considera un hijo más de la ciudad de Morón, aunque es nativo de Manacas, específicamente de una sitiería conocida como Jiuabo, perteneciente a Villa Clara y por tanto, no pierde sus raíces campesinas, por lo que se considera también “un guajiro de Manacas”.
Cuenta con orgullo que alli vivió con sus padres hasta que cumplió 17 años, único hijo, y donde las necesidades lo obligaron a combinar los estudios con el trabajo en el campo.
Con esa edad fue movilizado para dar cumplimiento al Servicio Militar, donde formó parte del Ejército Juvenil del Trabajo, como machetero en la zona del Central Ecuador durante la llamada Zafra de los Diez Millones.
Pero sucede que cierto día fue convocado para un curso emergente de enfermería, y combina las clases teóricas con prácticas en
el Hospital del Central Ciro Redondo y en la comunidad de Cacahual hasta que en 1971 pasa a ocupar la responsabilidad de enfermero en el Hospital Militar que radicaba en el Central Enrique Varona (Falla).
No pensaba Arquímedes que su futura trayectoria iba a estar vinculada con el sector de la salud, pero resulta que al ser desmovilizado del Servicio Militar en 1972, un compañero que consideraba como un hermano llamado Cuco Quilla, que administraba el Hospital de Punta Alegre, lo convence, y luego de un necesario entrenamiento pasa a ocupar el cargo de administrador en esa instalación, donde permaneció durante cinco años.
Luego cursó estudios administrativos de Hospitales en La Habana, pero sucede que al concluir después de dos años , parte a cumplir misión en la República de Angola, como asesor administrativo en la provincia de Kuansa Norte.
Aquel guajirito de Manacas de regreso a la Patria pasó a ser administrador del antiguo Hospital de Morón, y más tarde en el nuevo hospital como subdirector, donde permaneció hasta 1996, cuando es nombrado Vice Presidente del Consejo de la Administración, donde permaneció por un término de 18 años hasta su jubilación.
Arquímedes durante su vida laboral, y nos consta, fue de los que había que aguantar, y no empujar, de los que predicaba con el ejemplo.
Considera que la a ciudad de Morón le ha dejado recuerdos muy gratos y bonitos. Logró recuperarse de una depresión a raíz de su jubilación, que lo mantuvo inactivo, prácticamente sin salir de su casa .
Arquímedes vive momentos de tranquilidad en y apunta que experimenta un cambio de carácter, unido a su familia y el acompañamiento de hermanos con mucha fidelidad.
Así es la historia que prestigia este Guajiro de Manacas, a la vez Hijo de la Ciudad del Gallo, donde ha sabido cultivar prestigio, hermandad y mucho cariño.