Por Arquímedes Romo Pérez

En las dos últimas décadas del Siglo XX la pelota en Cuba, pese a los duros efectos del criminal bloqueo estadounidense, las sostenidas agresiones al deporte y el robo de talentos, mantiene una altísima calidad y se convierte en referencia de casi todos los certámenes internacionales.

Ciego de Ávila, una de las nuevas provincias cubanas, no es una excepción y aquí también el deporte y especialmente el béisbol crece, se desarrolla, es un importante espectáculo y arrastra multitudes. Morón, después de “multiplicarse” por seis, logra recuperarse y organiza un buen equipo de pelota, seguido por multitud de aficionados que premia los buenos resultados.

Es así que nace una nueva generación de peloteros que, unida a las figuras emblemáticas de la época, logra situarse en lugar destacado, no tan solo en la provincia, sino también a nivel nacional, al ser protagonista representante de la provincia en cuatro de los cinco Torneos Nacionales de Equipos Campeones Municipales. Aparece en el entorno de la pelota avileña una novena que, por el lugar donde reside y el color de sus uniformes, el pueblo identifica como “Gallos Rojos”, y que logra la hombrada de ganar seis campeonatos provinciales en una década y de representar cuatro veces a la joven provincia en el evento nacional.

Tras quince años de su último mantenimiento, el deplorable estado del estadio “Paquito Espinosa”, el deterioro de sus variados servicios, la reparación y limpieza de las torres atacadas por la agresiva corrosión, más los excelentes resultados obtenidos por el béisbol en el municipio, determinan que el gobierno , el INDER y diversos organismos del Estado, con el apoyo decidido de la dirección política, emprendan una dura tarea de restauración completa para devolverle la vida útil con el mantenimiento profundo y necesario, a todas las áreas internas y externas del edificio y los distintos servicios. Para tan importante tarea Rolando Almanza, ya jubilado, asume la responsabilidad de la dirección de la instalación.

Puede asegurarse que en la década final del Siglo XX y la primera del XXI,el béisbol en Morón alcanza su punto culminante al conformar un conjunto poderoso para un municipio no cabecera de provincia. Los “Gallos Rojos” se tornan imbatibles y alcanzan seis títulos provinciales en una década, se convierte el territorio en el máximo ganador de los certámenes provinciales, la afición le brinda un respaldo impresionante y el “Paquito Espinosa”, en honor a estos resultados es totalmente restaurado. Mucho se logra y el pueblo lo agradece; la instalación permanece cerrada a toda actividad por espacio de un año, pero, vestida de lujo, se reabre el 28 de Febrero de 1998 como saludo al nuevo aniversario de la creación del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER)

Cubiles, para muchos, el padre del béisbol en Morón, recibe el reconocimiento de las autoridades municipales y el homenaje del pueblo; son reconocidos los organismos del municipio y la provincia que aportan a la restauración, los que son presentados y reciben el aplauso del respetable, en ceremonia realizada antes del inicio del partido de reapertura, entre los equipos Metropolitanos de La Habana y Tigres de Ciego de Ávila. La afición, ávida de béisbol, respalda y premia masivamente el trabajo realizado, al extremo de lograrse la mayor asistencia histórica a un juego de pelota en el “Paquito”, al pagar sus entradas nada menos que 13 mil 400 aficionados.

El trabajo que se realiza en la histórica instalación deportiva es de excelencia, incluye reparación y pintura de las cercas perimetrales, limpieza de las torres, reparación de la pizarra manual, pintura de todo el estadio, mantenimiento a la jaula de bateo, reparación de la cabina de radio, recuperación de la red hidráulica, colocación de capas de arena de piedra y de arcilla roja en la media luna y alistamiento del área de los jardines. Es así que se logra la reparación necesaria en el estadio, cuyas torres lumínicas aunque se deterioran paulatinamente, permanecen inamovibles, por no contar con los equipos mecanizados que permitan asegurarlas o eliminarlas, dadas las deplorables condiciones que presentan a causa de la corrosión y la innecesaria utilización de las mismas.

Esta, la segunda restauración del “Paquito”, principal institución cultural de la Ciudad del Gallo, representa todo un merecido homenaje al equipo del municipio que, en una década, coloca a Morón en la cima de la pelota provincial, no tan solo por el hecho de obtener seis coronas en diez años, cuatro de ellas de manera consecutiva, sino por la demostración brindada como representante de la provincia en el Torneo Nacional de Clubes Campeones Municipales, en los cuales tiene un resultado tan efectivo que muchos conocedores califican a los “Gallos Rojos” como el mejor equipo del país entre los no cabeceras provinciales. Morón compite como provincia de Ciego de Ávila en cuatro torneos, tres de manera consecutiva, hasta lograr una medalla de plata.

Los “Gallos” logran reunir una nómina encabezada por cinco lanzadores pertenecientes a los Tigres de Ciego de Ávila y salir al terreno con un jugador de series nacionales en cada posición. En sus cuatro presentaciones en el certamen nacional nunca es eliminado en la primera sub serie. En el primer torneo vence a Santa Clara y cae ante el municipio Canagüey; en la segunda, vuelve a superar al municipio Santa Clara, se impone ante el camagueyano Jimagiayú y sucumbe frente Bayamo; en el tercer torneo después de imponerse ante Caibarién, vence a Guáimaro y pierde en memorable desafío final ante Guantánamo. Vale precisar que las novenas Jimaguayú, Camagüey, Bayamo y Guantánamo, son las bases de los equipos de esas provincias en las series nacionales.

Por ejemplo, en el equipo Camagüey, aparecen, entre otros, Héctor Hernández, Alexander Ayala, Yenier Bello,Leslie Anderson, Jorge Cardosa, Dayron Varona, Luis Campillo y Joel Avalos; en el conjunto del municipio Bayamo, están presente Marcos Fonseca, Ramón Tamayo, Yordanis Samón, Eduardo Pita, Jorge Miranda, Victor Bejerano, Yenier González y Luis Enrique González, mientras que en el municipio Guantànamo se reúne una constelación integrada porYoenis Duvergel, Alexis Laborde, Yoennis Southerans,Vismay Santos, Eglis Leliebre, Yoslán Cerce, Ariel Benavides y otros jugadores de talla nacional.

Finalmente los “Gallos Rojos” vuelven por la picada y en su cuarta incursión en el Torneo de Clubes de 2007, después de superar al villaclareño Encrucijda y vencer nuevamente a Guáimaro, supera al Segundo Frente, de Santiago de Cuba,al ganarle los dos partidos al conocido Ormany Romero, con lo que obtiene el título oriental y el derecho de enfrentar al ganador occidental que es Pinar del Río, con su equipo nacional.

En la visita al Capitán San Luis se produce una división de honores, por lo que debe efectuarse un partido definitorio en el“Paquito Espinosa” de Morón, el cual resulta triunfo de los pinareños con marcador de 3 carreras por 2, con cuadrangular decisivo de Raciel Lezcano frente al relevista Raimí Bravo, y victoria de Pedro Luis Lazo, en rol de relevo. En este equipo pinareño aparecen nombres tan ilustres de la pelota cubana como Yobal y Pedro Luis Dueñas, Giraldo González, Pedro Luis, Yosvany y Daniel Lazo, Lázaro Madera, Reinier León, Osvaldo Jiménez, Abel y Rigoberto Madera y Osvaldo Chamizo, entre otros de igual nivel.

A tenor de lo señalado en torno a la fortaleza de este equipo municipal, se precisa la plantilla que, de manera regular, integra el conjunto de Morón en la última década del pasado siglo y primer lustro del presente. En ese periodo de quince años, aproximadamente, los Gallos Rojos se alimentan con jugadores establecidos como Roger Machado, Tomás Cidrón, Fernando Ibañez, Juan García Fabá, Yorelvis Charles, Ernesto Baró, Sandor Rivalta, Jenny Reyes, Osmany Artiles, Julio Castillo, Carlos Ferié, Rusney Castillo, Ricardo y Jorge Bordón, Julio Mantilla, Evasio Negrin, Reinaldo Batista, Yosvany García, Benito Castillo, Elvis Machado, Michel Pino Feo y Eduardo García Fabá.. (Todos estos jugadores integran los Tigres avileños en series nacionales ).

En el transcurso de la siguiente década cuando comienza el descenso generalizado de la pelota nacional, pasan por los “Gallos Rojos” otros muchos jugadores en ascenso como Gherson Molina, Vladimir García, Raudel Pulido, Maikel Aquino, Adán Muñoz, Yasmany Goya, Ariel Díaz, Yussen Corrales, Andrés García, Yorlian Rodríguez y otros que, aunque con menor experiencia, también forman parte del grupo de talentos que Morón aporta a nuestros clásicos nacionales.

Es una época de oro en la pelota de la Ciudad del Gallo, cuya contribución a los resultados de la provincia es notoria. Dolorosamente el síndrome del desaliento generalizado en toda la Isla, llena de abandono el “Paquito” cuyas gradas aparecen solitarias un día y otro día, al tiempo que se silencian las bocinas amplificadoras que habitualmente presentan a los ´ídolos, las que solo anuncian el deceso de un espectáculo amado; son escasos los aficionados que concurren a los cortos y débiles torneos provinciales, mientras que la dirección del deporte decide cerrar la instalación, ante el peligro que representan para atletas y aficionados las carcomidas torres de acero.

En este triste periodo donde el béisbol deja de ser pasión, en el pueblo aparece una nueva luz cuando, ante las obras constructivas de ampliación del avileño “José Ramón Cepero”, la dirección provincial del INDER concede al histórico estadio de la Ciudad del Gallo, la responsabilidad de ocupar la sede de los Tigres durante toda la serie nacional de 2006. Con medidas transitorias de seguridad, se logra el espectáculo que la afición recibe con creciente júbilo, en cuya conclusión, y, como saludo al Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, se unen las fuerzas del Ministerio de la Construcción y del Contingente “Roberto Rodríguez”, y se logra el retiro definitivo de las amenazadoras ocho torres que durante largos años iluminan las alegrías y los espectáculos deportivos y socioculturales de Morón.

(Memorias del Equipo de Historia del Deporte en Morón)

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