Por Arquímedes Romo Pérez

El cese de la Liga Invernal Cubana y de la Internacional Triple A, es el motivo, la razón de la apremiante convocatoria de un Campeonato Nacional Amateur remedial que, a manera de experimento, cuente con el favor de los aficionados y supla la necesidad recreativa que significa la pelota como deporte nacional cubano.

Ni el propio Capitán Felipe Guerra Matos, director de deportes en ese momento, piensa en la importancia que el mismo va a tener. Los mejores peloteros cubanos son desconocidos, vegetan en sus lugares de residencia, la vía de ascenso es la Liga Invernal Profesional con muy limitadas posibilidades de ingreso y, además, muchos discriminados por el color de la piel; los mas se forman y juegan en ligas aisladas como la Popular de Oriente, la Interprovincial de Camagüey, la de Pedro Betancourt en Matanzas, la de Quivicán, en La Habana y la extendida Azucarera, que vence el tiempo y se prolonga hasta nuestros días.

La participación de equipos, la presencia de miles de jugadores, la calidad de los terrenos, el respaldo de la afición, el aporte del pueblo y el amor al deporte manifestado en el evento, más el sello de oro que significa el enfrentamiento entre oriente y occidente representados magistralmente por los Mulos de la Nicaro y los Caribes de la Universidad de La Habana, evidencian que el Campeonato, además de exitoso, representa una clarinada, una demostración de que en Cuba hay todo lo necesario para mantener y elevar el béisbol masiva y cualitativamente, sin la presencia foránea.

Esta gran experiencia que significa el Campeonato olvidado del invierno de 1960, tiene otro acercamiento al futuro de la pelota nacional en 1961, cuando tras la terminación de las actividades en las distintas ligas existentes en la Isla y como recordación a la pelota invernal, el Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER) nacido el 23 de febrero de ese año, ya con un proyecto de aplicación asegurado e inmediato, convoca la repetición del duelo efectuado el año anterior, entre las representaciones de oriente y occidente, pero esta vez, con una variante -( y aquí hay otro experimento no divulgado-),no compiten equipos campeones, sino dos novenas conformadas por los mejores peloteros de ambas regiones; por vez primera en la pelota cubana se enfrentan las potentes selecciones Orientales y Occidentales. Por cierto, dos jugadores de Morón son llamados a los del oriente: Eloy González, lanzador y Danilo Hernández, receptor.

Mientras ocurren todas estas cosas que forman parte de la historia del béisbol nacional cubano, en Morón el “olímpico” mantiene abiertas sus puertas y favorece el espectáculo necesario a la ciudad. Se fortalecen las novenas locales, se incrementan, luchan por jugar bajo las luces los conjuntos de los centrales azucareros y los distintos municipales de la región, al tiempo que se estabilizan las carteleras boxísticas con un gran respaldo de los fanáticos y la instalación sirve de escenario para las más importantes actividades masivas emergidas de las tempranas decisiones, tales como la creación de los Comité de Defensa de la Revolución, la organización de las Milicias Nacionales Revolucionarias, los llamados del Servicio Militar y las fiestas carnavalescas, especialmente las Noches de Gala y las presentaciones de grandes espectáculos artístico-musicales, con estrellas de la escena nacional.

Es así, sin perder ni un día ni una semana, que la naciente dirección regional del INDER encabezada por Manuel Hernández Concepción, con el poderoso brazo del hiperactivo Rolando Almanza (Cubiles), mantiene en movimiento constante y ascendente el programa de actividades del Nuevo Estadio, y Morón arriba a 1962, es decir, al inicio de la Primera Serie Nacional de la pelota revolucionaria, con todo dispuesto para un evento que carga con el peso total de la disciplina en todo el país, y en el cual también tiene papel protagónico, a partir de ser su moderno estadio uno de los dos de la Isla con iluminación artificial para presentar el espectáculo nocturno.

La Ciudad del Gallo se viste de gala con la pelota nacional….. Bien temprano disfruta del máximo evento de la nación! Camagüey, la capital provincial, carece de una instalación adecuada para un gran espectáculo beisbolero, por lo que la Dirección de Deportes a ese nivel, determina utilizar la instalación moronense como sede principal de los equipos camagüeyanos participantes en las series nacionales, decisión que se materializa y mantiene hasta la inauguración del estadio “Cándido González”; a partir de entonces, en atención al merecimiento del pueblo que tanto aporta, se le concede a Morón un partido de la serie nacional en las noches de los miércoles de cada semana, decisión que se mantiene hasta la implementación de la nueva División Político-Administrativa del país.

Paralelamente continúan las diversas manifestaciones socioculturales en lo que ya se perfila como la principal institución de la ciudad. En estos primeros tiempos de Revolución donde se desborda la amistad y la solidaridad entre países hermanos, son muchas las visitas, las delegaciones, los actos políticos y sociales, que se efectúan en todo el país y, Morón, por lógica, no es una excepción. Hoy se incluye en la lista de grandes momentos y recuerdos del “olímpico”, la visita del equipo de fútbol “Madureira” de Brasil; la también visita y presentación en partido ante un seleccionado del territorio, del equipo Banit de Ostrava, importante once de Checoslovaquia.

En los primeros años de la década de los sesenta, la instalación de la Ciudad del Gallo es una de las más concurridas y activas del país. Independientemente de ser la más moderna, es la única del interior de la Isla con iluminación artificial y dotada de pizarra eléctrica, con todas las comodidades de comunicación y alojamiento interior, para facilitar la celebración de eventos masivos cortos. Esto facilita que desde su inauguración, sea escenario para la Final Nacional de la FANAI, la final nacional de la categoría sub 15 y más tarde de la serie final del único Campeonato Nacional de Béisbol Segunda Categoría, evento surgido de la enorme masividad generada por la pelota revolucionaria. En este evento se impone un récord importante y divulgado por los medios nacionales, que no aparece en los libros: los 21 ponches propinados en un partido por el lanzador zurdo capitalino Rigoberto Betancourt.

Coincidentemente con la amplia programación de actividades deportivas y socioculturales variadas que ratifican al Estadio como el principal centro de atracción de la ciudad, se produce el 14 de Mayo de 1962, la presentación en todo el diamante del espectacular Circo Chino, en el cual 16 artistas, gimnastas, acróbatas, ilusionistas, llenan de expectación al pueblo con sus actuaciones insospechadas, arriesgadas, fabulosas. Tan espectaculares como “Los Volantes del Infierno” que son los primeros en desafiar los nervios del pueblo moronense con sus autos y motos acrobáticos, en el césped de la instalación.

Vale recordar como otro gran momento de nuestro querido Estadio, el acto de bienvenida tributado por los organismos políticos y de masas y el pueblo todo de Morón, a la delegación deportiva de la hermana República de Viet Nam, que tras la gran victoria obtenida sobre los invasores yanquis, visita la ciudad en gesto de hermanamiento y solidaridad .Esta delegación visitante está presidida, nada menos, que por el héroe del pueblo vietnamita Phan Vang Dong, e integrada por un equipo de Fútbol que, después del recibimiento, se presenta en el área de la Escuela “José Martí”, donde enfrenta a un equipo local en memorable partido, que deja inaugurada la cancha de balompié de ese centro educacional habilitada con iluminación artificial.

Hoy, cuando termina una generación, se establece la siguiente y se aproxima la futura, aquel pasado de esfuerzo, trabajo, anhelo, disposición y alegrías, se olvida, nadie lo defiende y hasta el fatalismo geográfico, tan cercano y prolongado en toda la historia de la Ciudad de Morón, irrumpe nuevamente, se presenta, revive, se intensifica ; gracias a la preocupación, arrojo y disposición de un colectivo digno, verdaderamente sensibilizado con los valores deportivo-culturales de esta instalación; gracias a estos hombres y mujeres de ahora, quienes como parte del enfrentamiento a la pandemica Covid 19, vacunan la desidia con ámpulas de amor y salvan los sueños de la Ciudad del Gallo; el “olímpico”, que llena de alegría a una generación, se salva, vuelve a nacer, resurge, para el disfrute de la presente y de la próxima; quizás ahora, en su nueva vida, se haga realidad el proyecto y logre sus anhelos.

(Memorias del Rquipo de Historia del Deporte en Morón)

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