Por Arquímedes Romo Pérez
Con la victoria del pueblo encabezado por Fidel el Primero de Enero de 1959 y los necesarios cambios registrados en el país con inmediatez, aparecen los primeros enfrentamientos con el vecino del Norte que, entre las primeras medidas coercitivas aplicadas, incluye la prohibición de jugar en Cuba a peloteros de esa nación, así como impedir la presencia de jugadores cubanos residentes en la Isla, en el béisbol de Estados Unidos.
Por lógica, la decisión afecta a la Liga Invernal Cubana cuya última edición, en 1959, cuenta solo con la presencia de atletas nacionales; también se elimina con carácter definitivo la presencia de la Liga Internacional Triple A, en la Isla.
Estas decisiones políticas son de las primeras que afectan directamente al pueblo cubano a través del deporte, una de sus pasiones. Es así que tan temprano como 1960, Cuba se queda sin pelota profesional en el país y sin pelota internacional, lo que obliga a la Dirección General de Deportes, presidida por el Capitán Felipe Guerra Matos, a buscar una solución que permita recuperar en parte el espectáculo deportivo tradicional. Es esta la razón por la cual se convoca a un Campeonato Nacional de Beisbol Amateur en el que pueden y deben participar equipos de todas las regiones del país.
Vale señalar que en ese momento existen en Cuba varias ligas independientes amateurs en las cuales se agrupan muchos y valiosos jugadores que, por falta de oportunidades para insertarse en el profesionalismo o por los arrastres discriminatorios, poseen potencialidades para participar y hacer brillar un evento de esta naturaleza, más en el preciso momento de euforia patriótica que vive el pueblo de Cuba. Morón y el “olímpico” de la ciudad, no quedan al margen de la convocatoria; se integra la primera Selección Regional de Béisbol de Morón en la era revolucionaria, la que compite con sus simulares de la provincia, y finalmente Camagüey es representada por el equipo de Florida, conocido como “La Arrocera “René Almanza”.
Este campeonato nacional de transición del cual nadie jamás comenta, tiene un final muy alentador y pese a su corto calendario, muestra la potencialidad que hay en el país para suplir, con creces, la falta del espectáculo profesional que, hasta entonces, alimenta solo la pasión de los fanáticos capitalinos; esta idea convierte en protagonistas a todos los peloteros de la Isla en sus propios lugares de residencia. Finalmente este torneo nacional único, tiene como ganadores provinciales a: “Minas de Matahambre” por Pinar del Río; Universidad de La Habana, por la capital; “Acueducto Yumurino” por Matanzas; “Central Narcisa” por Las Villas; “Arrocera René Almanza,” por Camagüey y “Mulos de Nicaro” por Oriente. Aunque muy poco se comenta de este Campeonato, a nivel nacional compitieron 240 novenas y 5 mil 85 jugadores.
Según lo publicado por el Doctor en Ciencias Históricas Félix Julio Alfonso en su libro “Con las bases llenas”, la ronda definitoria de este torneo se lleva a cabo en terrenos de varias ciudades orientales: Holguín, Bayamo, Las Tunas, Santiago de Cuba, Mayarí, Contramaestre, Campechuela y Palma Soriano, y se juega por el sistema de todos contra todos a una sola vuelta. El triunfo corresponde a los Mulos de la Nicaro, equipo con tradición de victoria, con jugadores de gran calidad, que como Campeón de la Liga Popular de Oriente, en 1957, visita a Puerto Rico en una serie amistosa, con resultados positivos.
Resulta de interés que, pese a lo atípico de este torneo, convocado por la DGD donde son protagonistas principales las cabeceras provinciales, la región de Morón se inserta por distintas vías para que el evento no pase inadvertido. En crónica del Licenciado Rafael García Bidot, presidente del Equipo de Historia del Deporte en Morón, publicada en el programa “Hit Deportivo” de la emisora local, en septiembre del 2000 con motivo del aniversario 40 de este Campeonato Nacional Amateur, preámbulo de nuestras actuales series, el equipo de Morón vence a Ciego de Ávila y cae ante los arroceros de la “René Almanza”, a la postre campeones camagüeyanos.
Ante la carencia de datos e informaciones sobre este casi olvidado campeonato cuyos resultados no forman parte de las cifras y records de las series nacionales actuales, la búsqueda histórica asegura que el equipo Morón intergrado para la ocasión,, -primera selección regional que sustenta la pelota revolucionaria-, está integrado por los atletas locales matriculados en la Academia de los Cubans que no saltan al profesionalismo, con la adición de otros conocidos peloteros locales como Roberto Cubas, Félix González, los hermanos Gerardo y Eloy González, Rafael López, José A. Soler, Segundo Duque y varios peloteros de Pina. Con esta novena debutan también en la pelota local Pelayo Franco, lanzador zurdo de Pina, formado en la capital y el joven receptor de Santa Cruz del Sur, Danilo Hernández, quien llega a Morón como miembro de la policía militar revolucionaria.
En la aludida crónica, Hernández Bidot precisa que el partido de Morón ante los Arroceros es decidido por un largo cuadrangular del jardinero central de los visitantes Sidney Grant Kelly; carga con la derrota Pelayo Franco y obtiene la victoria el floridano Alfredo Roque. La imprevista novena es dirigida por el Doctor José Zamora González (Pepito), hasta entonces director de la Academia y del equipo de talentos de los Reyes del Azúcar.
Lo que resulta muy interesante es el vínculo que mantiene Morón con este campeonato nacional en al cual, oficialmente, carece de protagonismo. Además de la participación a nivel provincial, Raúl Despaigne, que es camarero del Central Patria, campeón de la Liga Azucarera en 1952 e integrante de los Gallos de la Academia, aparece ahora como importante figura en el roster de los Mulos de la Nicaro; los villaclareños de la Academia, José Antonio Hoyos, Cándido Andrade y los hermanos Díaz de Quesada, quienes no firman como profesionales, regresan al municipio Yaguajay e integran el equipo del Central Narcisa, que resulta Campeón de Las Villas.
El Doctor Félix Julio Alfonso, dice en su libro, que “como colofón a su actuación en este olvidado campeonato que cuenta con un gran respaldo de la afición, los integrantes del equipo campeón son invitados a la capital, donde tienen el honor de inaugurar el terreno número uno de la Ciudad Deportiva, -actual estadio “Changa Mederos-“, y celebrar un desafío especial frente a la Universidad de La Habana, ocasión en que Felipe Guerra Matos, les hace entrega del trofeo de campeones nacionales. Este juego se celebra el sábado 3 de diciembre y los peloteros del poblado mayaricero le repiten la dosis a los universitarios capitalinos con marcador de UNA carrera por CERO, con victoria, de nuevo, de Jacinto (Cangrejo) Blanco y derrota de Andrés (Papo) Liaño”. La calidad del pequeño torneo, el alto nivel cualitativo mostrado por los atletas y el gran respaldo popular evidenciado en todas las localidades del pa
Ís donde se juega, se convierten en la principal razón para la eliminación del profesionalismo en el béisbol revolucionario y la creación de la Serie Nacional que llega hasta nuestros días.
Aunque muy distante, aquí nuevamente aparece un vínculo de este campeonato perdido en la historia, con la pelota de Morón. El estadio de la Ciudad Deportiva capitalina inaugurado ese día especial, no es una réplica, sino una construcción similar al “olímpico” de la Ciudad del Gallo; se trata del mismo proyecto del arquitecto Manuel Galguera, quien en esos tiempos se desempeña en el Ministerio de la Construcción; el “Changa Mederos” es el único estadio de Cuba similar al inaugurado en Morón en 1958.Resulta de interés también que el memorable partido permita la evaluación de un pequeño grupo de aspirantes a narradores deportivos, prueba que realizan desde un palco a nivel de terreno por carecer la nueva instalación de un palco para la radio.
(Memorias del Equipo de Historia del Deporte en Morón)