El que ordeña las vacas…

Por Arquímedes Romo Pérez

En el corto período de un año, poco más o menos, resulta imposible que nazca una tradición en un pueblo, sin embargo pueden modificarse costumbres y crearse nuevos intereses que, con el curso del tiempo, trascienden, se establecen y modifican actitudes, y ese indiscutible valor lo alcanza la Academia de Talentos de los Cuban Sugar Kings en el nuevo estadio de Morón.

Si bien es cierto que la juventud de la ciudad no se mueve hacia la bella instalación masivamente, no es menos cierto que, a partir de la misma, pierde interés el paseo a los andenes ferroviarios y deja de masificarse la reunión de los enamorados las noches dominicales en el parque “José Martí”. Hembras y varones priorizan cada noche la visita al estadio para intercambiar, reunirse, disfrutar del programa deportivo, recrearse y exhibir las modas del momento.

La visita al “olímpico” se sistematiza y tanto la Operadora Deportiva, primero, como el INDER, después, logran estabilizar una programación de actividades que permite sacar a la Ciudad del Gallo de un prolongado letargo cultural y abrirle las puertas a una recreación que le es esquiva desde su misma fundación. La Procesión de la Virgen de la Candelaria, los Carnavales anuales y las películas mejicanas y de Vaqueros del Oeste, son las principales atracciones de un pueblo que ahora se ilumina con ocho torres que aseguran un espectáculo cada noche, una atracción cada domingo y una sorpresa inesperada de vez en vez, para el disfrute de los olvidados.

Los nobeles de la Academia, pese a su corta presencia en la nueva instalación, dejan numerosas huellas que los perpetuán en la memoria de los aficionados. Varios de estos talentos triunfan poco tiempo después y logran sus aspiraciones, mientras que otros optan por nuevos proyectos, pero entre todos ocurren hechos, se viven momentos, se generan anécdotas y se muestran resultados que forman parte de la vida del Estadio de Morón y de la historia del Béisbol en la ciudad.

Es en 1998 que tras un mantenimiento profundo y muchos meses de inactividad se reabren las puertas de la instalación, se rinde homenaje a quienes logran la restauración, se celebra un encuentro entre los equipos Metropolitanos y Ciego de Ávila que logra la mayor concurrencia histórica y el Equipo de Historia del Deporte organiza una actividad con la visita de Manolo Cordero Hernández, pelotero insignia de la ciudad, atleta que lleva el nombre de Morón a las Grandes Ligas, uno de los más importantes luchadores en la dura contienda de dotar a la ciudad de un estadio. En el marco de este encuentro salen a relucir varias anécdotas que tienen mucho que ver con los bisoños de los Cubans y con las experiencias vividas por la pelota en la Ciudad del Gallo.. El profesor Henry Clark, primer anotador que apoya las transmisiones de Radio Morón, recuerda el jonrón que pone fin al último partido jugado por los “académicos” en el “olímpico” de la ciudad.

Los reclutas están en la fase final de la etapa de trabajo y celebran varios partidos con equipos homólogos de Oriente, Quivicán y la Liga de Pedro Betancourt de Matanzas, donde el conjunto de la Pasta Gravi, también forma parte de los intereses de los “Reyes del Azúcar”“.Se celebra en Morón una serie de tres juegos viernes, sábado y domingo. Quizás por carecer de lanzadores, los visitantes incluyen en el equipo al lanzador de Pina, Fermín Sosa, quien trabaja regularmente como lanzador del Central Cuba en la fuerte Liga matancera.

Se juega la octava entrada y los de la Pasta Gravi ganan 2 carreras por 1. “Pepito” Zamora, mentor de los cubanitos, sustituye al “Látigo” Ordaz y le entrega la pelota a Eloy González quien se desempeña como inicialista, posición que viene a cubrir el “moro” de Velasco Mariano Dajud, quien se ubica en el noveno turno correspondiente al lanzador Ordaz. Con la intención de preservar la ventaja y asegurar la victoria, los matanceros llaman al estelar Sosita, para que se haga cargo del noveno, pero éste no tiene un día feliz; transfiere a José Antonio Hoyos y enfrenta a Dajud, quien le despacha un batazo de tal dimensión que choca y rompe el cristal de un foco lumínico de la torre del jardín central, conexión que se convierte en histórica al decretar la victoria de los locales y cerrar con broche de oro la corta historia de los “gallitos” de los Cubans en el estadio de Morón.

Silvio Rodríguez Acosta, periodista y luchador emblemático del béisbol en Morón, quien colabora desde los tiempos de la Liga Campesina con los buscadores de talentos, coordina una visita a Morón con Tony Pacheco, quien trabaja para otros “scouts” de las Ligas Mayores, con la finalidad de presentarle varios “gallitos” que son de su interés: Onelio Ordaz quien cuenta con la importante opinión del director José Zamora; Eloy González, gran promesa local, el recio antesalista Evelio Vázquez y “El Congo” Macías, un jardinero realmente prometedor.

No se escapa en el animado encuentro de veteranos, la insólita historia de la captación del Haitiano González, efectuada dos o tres años antes, y que mucho tiene que ver con el olvidado Congo Macías. Se efectúa la visita de los buscadores de talentos y están previstos Macías, y los lanzadores de Violeta Israel Ferrer y Rubel López. Cuco Pérez, quien ya radica en Morón donde atiende los negocios de Boby Maduro en la habilitación del estadio, quiere incluir a Tony González, a quien Maduro no le concede mucha importancia porque no cree en él como pelotero; Boby lo conoce desde niño. Cuco que es su amigo y que sí sabe de las posibilidades del muchacho, aprovecha la ausencia del Congo Macías quien no concurre a la prueba y presenta al Haitiano como si fuera el Congo, éste asume el nombre de Macías, demuestra sus facultades y, como tal, es firmado. En el caso hay dos hechos interesantes: Tony demuestra a Maduro sus facultades como pelotero y no ingresa ni en la Academia ni en los Cubans, es firmado por otra organización de la Gran Carpa. Un año después Tony González, El Haitiano de Cunagua, resulta la figura más destacada de la Liga Cubana de Beisbol Profesional.

El menos favorecido con la visita de los buscadores de talentos de la MLB a la Academia de los Cubans, es Eloy González, quien además de contar con el abierto apoyo del director Pepito Zamora, tiene el aval que a lo largo del tiempo le ha elaborado Silvio Rodríguez. El menor de los hermanos González, es muy joven, fuerte físicamente, de elevada estatura, con gran fuerza al bate y magnifica velocidad como lanzador. Sin dudas una figura para seguir, con todos los ingredientes que exige un talento, sin embargo, desde el mismo inicio de la observación no llama la atención del técnico extranjero. Pacheco, interesado en la captación, insiste en las cualidades del jugador, pero el “yanqui” no presta mucha atención. Eloy dispara unos cuantos buenos batazos y cuando se dispone a subir a la lomita, el “scout” sencillamente dice:”no, no, no bueno, no bueno…! Pacheco le insiste y éste responde:” glúto, gluto…mucha nalga, nalga”. ¡Sencillamente que el hombre tiene glúteos grandes y eso no es bueno para un atleta”! Al parecer el scout busca un modelo en lugar de un pelotero!

Eloy González, ajeno a lo ocurrido, es de los jóvenes talentos locales que no hace el grado en la organización de los Cubans, sin embargo, es la figura principal de la pelota moronense en ese momento, demostrado con su inclusión en la primera selección de la Región Oriental de la Isla que participa en la Primera Serie Nacional de la pelota revolucionaria; Eloy es quien abre las puertas a más de medio centenar de jugadores que, a lo largo de los clásicos cubanos, parten desde la gran cantera que es el municipio de Morón.

Y quizás la más interesante y sencilla anécdota nacida en este periodo de inicio y desarrollo de la pelota en Morón, sea la ocurrida con el explosivo y recio antesalista Evelio (Bello) Vázquez, el llamado “guajiro de Puya”, quizás el mejor tercera base moronense antes que Vicente Díaz, presentara sus credenciales. El modesto atleta de la tierra del gallo, es el primer integrante de la Academia llamado por una organización a través de Tony Pacheco y Joe Cambria. Se trata de un antesalista muy fuerte, corajudo, de impresionante brazo y recio bateador; lo que se dice pelotero desde el momento que se viste. Según recuerda el periodista Silvio Rodríguez Acosta, cuando Pacheco le propone abrir el contrato, el guajiro se limita a decirle:” “Yo juego pelota porque me gusta, pero yo no me voy de aquí; tengo mi finquita, mi familia, no puedo dejarlas…. yo soy el que ordeño las vacas todos los días”. La respuesta de Vázquez deja atónitos a los interesados, la respuesta corre de boca en boca y, quizás algo apenado o confundido, tras la desaparición de la Academia cuelga el guante y se aleja totalmente del beisbol.

(Memorias del Equipo de Historia del Deporte en Morón)

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