Por Arquímedes Romo Pérez
Cuando el 10 de septiembre de 1951 se conoce del inicio de las obras constructivas de lo que se aspira sea el Estadio de Morón, hay alegría general en la población que por muchos años sueña con una instalación adecuada para la práctica y disfrute del deporte nacional.
Las únicas esperanzas se cifran en el noble quehacer de un Patronato popular que, presidido por el Doctor Benito Llanes Recino, logre, por suscripción popular, los fondos necesarios para la consecución de una obra digna a la altura de una ciudad que prospera y crece.
Este Patronato logra sensibilizar a los comerciantes y clases vivas de la Ciudad del Gallo, y con el decisivo empuje de la indetenible juventud estudiantil logra colocar bases sólidas sobre las cuales levantar una obra que todo el pueblo añora.
Esa sensibilidad, ese arrojo mostrado por los jóvenes, y el respeto de la población hacia un hombre que brilla con luz propia en la sociedad de la época, se aglutinan y compactan para conseguir los primeros objetivos: la donación del terreno, el trabajo del pueblo voluntariamente para el acondicionamiento del área donada, el aporte de la población para lograr los materiales necesarios y la construcción de una gradería rudimentaria para que los peloteros de la ciudad cuenten con un terreno propio.
Ese 10 de Septiembre de 1951, cuando se piensa y trabaja por una Liga Azucarera y crece y se fortalece la Liga Campesina de La Trocha, los amantes de la pelota desbordan la alegría al conocer que comienza la construcción del estadio bajo la dirección del Ingeniero Antonio Carvajal, el proyecto original y moderno del arquitecto Manuel Galguera y la presencia de la brigada constructora de Ramoncito Pardo, encargada de la ejecución.
Ese memorable día se reúnen los constructores en el área para cambiar impresiones, tomar medidas y estudiar las posibilidades del lugar, a los efectos de hacer realidad la obra artística del joven arquitecto comprometido con su ciudad. Es también un día de gloria para el Doctor Benito Llanes quien obtiene la gran victoria que lo catapulta a la historia del deporte en la ciudad que ama, y que lo mantiene activo y comprometido con el proyecto, hasta el mismo instante de la terminación de la magistral obra; el Doctor Llanes Recino no es el ejecutor, pero es el promotor!
Quizás con el único propósito de entrar en la historia de la pelota local más que cualquier otro interés de las partes, dos días más tarde de la llegada de los constructores, se celebra el último partido en el estadio rústico construido por el Patronato; en ese momento no han llegado los materiales de construcción ni se han tomado las medidas originales para las bases de la edificación. En ese juego amistoso se miden los equipos locales Deportivo Colón y Casa Miranda, y es de suponer que el objetivo del partido sea solo el disfrute del último juego del estadio rústico y primero en el nuevo estadio, toda vez que varios jugadores del Colón, visten habitualmente el elegante uniforme de la Casa.
Cuando se recibe la primera señal constructiva y comienza la carrera hacia la verdad, la pelota crece en todo el Término. El río revuelto aumenta su volumen y en distintas entidades, centrales azucareros, pueblos y comunidades se intensifica la práctica del deporte nacional, con un objetivo gravitando en el ánimo de todos: jugar en el nuevo estadio! Estas ansias contenidas por los años de los años, se fortalecen, y de aquellos rincones verdes, fábricas o calles salen y se conocen nuevos nombres, nuevos jugadores, nuevas esperanzas que engrosan un respetable caudal de talentos que no tarda en mostrarse.
A grosso modo y sin la intención de destacar nombres surgen en el corto periodo de un lustro toda una generación de peloteros que, en su mayoría, llega hasta la Era revolucionaria; niños, adolescentes, jóvenes, estudiantes y trabajadores que en distintos lugares del territorio adquieren nombre y destacan por sus actuaciones. Hoy podemos recordar, por ejemplo, a Ñiquito Parada en Punta Alegre, José Hernández, en Dos Hermanas; Osveldo La Rosa, Benjamín Álvarez, Elpidio Jiménez, Maximiliano Sáname, Oscar Guevara y otros por la zona de Chambas; Monguito Romero, Domingo Trolla, Fermín Sosa, Idael de la Paz, Raúl Sesai y Sergio Antuña en Pina y una pequeña hornada en la ciudad en la que se distinguen los hermanos Manolo, Gerardo y Eloy González, Tata Chávez, Polito Williams, Raúl Díaz, Ariel Palau, los hermanos Espinosa, los hermanos Cazañas, El Diablo Soler y nuevos talentos que ponen la pelota local a la altura de los tradicionales equipos de las fábricas de azúcar del municipio.
Por otra parte en la primera década de la segunda mitad del Siglo XX cuando avanza la construcción del estadio, se organizan numerosos equipos que practican el beisbol libre, buscan peloteros de calidad, celebran interesantes topes y evidencian las potencialidades del territorio que, sin duda, presenta un desarrollo en esta disciplina deportiva, superior a todos los demás términos municipales de la región agramontina. Ejemplo de esta aseveración son los equipos “Maduro” de Cunagua; “La 40” de Violeta; Velasco; “Romanillo” en Pina, “Ranchuelos” en Chambas; “Deportivo Edén” en Morón. Este último conjunto logra gran calidad con la presencia de atletas de relieve para la época como “Monguito” Romero, que ingresa al profesionalismo con el equipo Habana; los “caribes” universitarios Victor Casamayor y Raúl Hernández y el estelar lanzador zurdo, leyenda viva de la época, Mario Montalvo, uno de los protagonistas de la eliminación de la discriminación racial en la Unión Atlética de Cuba.
Mientras en toda la comarca se sigue cada detalle de la marcha de la añorada edificación deportiva, se incrementa la práctica generalizada en todas las instalaciones rústicas tanto en la ciudad como en los centrales azucareros, poblados y comunidades conocidas, al tiempo que el pequeño estadio del Central Patria se viste de gigante para convertirse en escenario de los compromisos amistosos más importantes.
Uno de esos casos ocurre en Enero de 1953 cuando visita Morón una selección de peloteros profesionales de la Liga Invernal Cubana, dirigida por Chiquitín Cabrera. Vale señalar que en aquellos tiempos los peloteros profesionales perciben salarios míseros y resulta común que, al finalizar la campaña regular, se organicen pequeñas selecciones que salen al interior de la Isla y celebran topes amistosos, especialmente en aquellos territorios donde existe algún tipo de organización deportiva.
En esta fecha aún la afición conserva la euforia del triunfo del Central Patria en la Liga Azucarera y se comenta la actuación -leyenda de “Meca” Milián, el superlento del box que es la selección del alto mando para enfrentar a los profesionales, que cuentan con hombres importantes de fuerza como José Ramón Villar, Tony Taylor, Ultus Álvarez, y el propio Chiquitín, protagonista de muchos batazos históricos en los torneos nacionales.
Según datos conservados, el triunfo, bastante apretado, 3 carreras por 2, favorece a los visitantes, pero, en lo anecdótico, hay algo verdaderamente histórico. Al empuñar por primera vez el corpulento Chiquitín, le hace swing a tres lanzamientos de Milián y en los tres falla. Al terminar la entrada el manager-pelotero le da la mano al lanzador en señal de felicitación, y cuando le corresponde el siguiente turno, también es dominado por la vía de los strikes. Cabrera, acto seguido, se dirige al box, le extiende la mano a Milián, lo abraza y le dice “Ahora entiendo que no soy tan buen bateador como la gente dice. Te invito para que continúes esta gira con nosotros”.
En el marco de este movimiento generalizado por todo el Término Municipal de Morón a la espera de la terminación del nuevo estadio, irrumpe en la región camagüeyana una pequeña preselección de jugadores pertenecientes a la organización de los Cubans Sugar Kings, la cual no se presenta en el estadio de Patria por el mal estado del terreno, no obstante lo hace en la pequeña instalación existente en el Central Adelaida. Allí los Reyes del Azúcar se miden a una selección de jugadores de Adelaida, Chambas y Punta Alegre, que resulta ganadora con marcador de 6 anotaciones por 3.
Detalle curioso recogido en este amplio acontecer que antecede a la construcción e inauguración del nuevo Estadio de Morón, es la celebración del último partido importante entre un equipo foráneo y una selección local. El mismo tiene como escenario el pequeño estadio del Central Patria,-principal instalación de Morón- se miden los equipos Deportivo Zaza, de la antigua provincia de Las Villas y el Morón BBC. La victoria corresponde a los visitantes y la obtiene el lanzador Juan José Álvarez, mientras que carga con el revés Isidoro Meneses; este partido lo decide “El Galgo” Novo con un cuadrangular en la décima entrada..