Por Arquímedes Romo Përez

El deporte y especialmente el beisbol forma parte inseparable de la vida cultural de la ciudad de Morón, cuyo origen como villa es triste, carente de atractivos, geográficamente enclaustrado en la más elevada parte del lomo saliente del “caimán antillano”, muy próximo a las marismas de la hermosa Laguna de la Leche.

Aislado del resto de la Isla, separado del cordón umbilical del territorio cubano y bastante alejado de la civilización antigua; los primeros, los primitivos pobladores de la pequeña elevación costera, del “morón” aislado y deprimido, deben, por tanto, ser los creadores de su cultura propia.

Al remitirnos a las investigaciones históricas de la localidad se asegura que los primitivos pobladores de Morón, son de origen hispano en su mayoría, razón por la cual al aparecer los primeros rasgos identificadores del naciente villorrio, coinciden con las tradiciones peninsulares, por lo que se comprueba que el deporte, manifestación cultural masiva, está marcado por el Fútbol y las Corridas de Toros, anteriores a la llegada de los pantalones de bombachos, las pelotas y los bates.

En el Morón convertido en villa corren balones por los caminos y hasta algunos arriesgados colocan sus cuerpos delante de las astas de la vaca que ordeña el abuelo. Transcurren años, lustros, décadas, siglos…. Y cuando el 2 de Febrero de 1908 se tiran y batean las primeras pelotas en el “cuadro del Barrio Colón, y salen a relucir los primeros bombachos, se planta una semilla que germina con vigor, cuyo fruto se traslada de año en año y de persona a persona, para crear una afición que no tarde en convertirse en tradición tan arraigada, que un siglo más tarde puede contar una bella historia de amor y dedicación, capaz de alcanzar el carácter de pasión y el prestigioso reconocimiento de “Patrimonio Cultural de la Nación”. Pese a las investigaciones practicadas no puede precisarse si la entrada de la pelota a la localidad tiene relación con las tradicionales actividades por el Día de la Candelaria, patrona de Morón.

Las escasas informaciones obtenidas de la prensa local de la primera mitad del Siglo XX, no permiten seguir cronológicamente el desarrollo de la pelota en Morón, pero se conoce que, a partir de su primera presentación, son muchos los jóvenes de la localidad que cada tarde se reúnen en el terreno de la calle Maceo, para correr, lanzar, batear y jugar béisbol. Datos históricos verificados demuestran que con el crecimiento y avance de la población hacia el Sur de la villa y la construcción del Ferrocarril del Norte de Cuba en la segunda década, crece el interés por el deporte influido, especialmente, por la presencia de obreros extranjeros que se asientan en la localidad.

Estas premisas permiten asegurar que después de “Colón”, el segundo terreno con medidas oficiales y donde se juega pelota de calidad es el conocido como “Cuban Cane”,-nombre de la Compañía estadounidense, cuyos trabajadores acondicionan el terreno que ocupan como área de recreación, mientras laboran en las obras ferroviarias y en la construcción de distintas fábricas de azúcar que se levantan en el vasto Término Municipal. Estos trabajadores se reúnen con los jóvenes de la localidad y celebran partidos todas las tardes, lo cual favorece la divulgación del deporte y el surgimiento de talentos locales que más tarde brillan.

En varias publicaciones locales se hace referencia a este terreno de béisbol y se publican resultados de partidos allí celebrados, incluso, algunos entre novenas visitantes y locales. En distintas informaciones se le dice “Terreno de la Cuban Cane”, en otras se le identifica como “Deportivo Morón” y según comentarios recientes aparecidos en las redes sociales se da el nombre de “Bellavista Park” a un terreno próximo a los patios de los Telleres Ferroviarios, instalación que muy bien puede ser la ya referida.

Más tarde, tras la construcción del Hospital Civil y el Cuartel de la Guardia Rural en el extremo sur de la localidad, bien distante de las instalaciones anteriores, se abre un terreno que la voz popular identifica como “El Cuartel”,.área de preparación física de los soldados-, enclavado en el nuevo” Reparto Bellavista”, conocido actualmente como “Reparto Estrada” el cual presenta muy buenas condiciones y se convierte en el mejor de la localidad, escenario desde entonces de los mejores partidos hasta la puesta en funcionamiento del nuevo estadio.

Ya en estos tiempos la pelota es pasión en la localidad y mientras en “Tumba Cuatro” los “movios” y “sacudíos” integran su novena encabezada por jóvenes que más tarde brillan integralmente en el deporte como Rolando Almanza (Cubiles), Mongo Pérez y Eugenio Ramírez (Toriza); en “La Chancleta”, en el legendario “Colón”, lideran la acción deportiva Juan Vicente Corrales, “El Flaco” Milián, Ñango Llanes, Manolo Sánchez y otros jóvenes activos, y en el centro-este de la ciudad, en el terreno de “Los Piratas”,-algo marginal por estar próximo a la zona de tolerancia-, se dan a conocer varios peloteros que más tarde son convocados, regularmente, por el profesor Manuel Leal, director de la Academia Comercial, quien utiliza parte de su tiempo en favorecer el beisbol entre los estudiantes y los muchachos del barrio.

Leal es un apasionado de la pelota que ocupa su tiempo libre con los muchachos de la ciudad y mantiene un activo movimiento competitivo que se extiende a las comunidades y ciudades cercanas. Aunque el equipo se presenta como “Academia Comercial”, el profe, en la práctica, ni siquiera conoce el nombre de la mayoría de sus jugadores. A manera de anécdota se recuerda que en ocasión de visitar la ciudad de Ciego de Ávila para un encuentro con el Instituto de Segunda Enseñanza de aquella localidad, Leal entrega la alineación con los nombres siguientes Cuso, Palillera, Cocote, Bola de Teipe,El Diablo, Careto, Pitifalla y otros similares, por lo que el Director de los avileños le dijo:”Profesor Leal, lo felicito, tiene usted un gran dominio del nombre de sus alumnos.

Coincidentemente Margarita González, una de las integrantes de los Hermanos González, fundadores del Reparto que lleva ese nombre, y que amplia y hace crecer la ciudad hacia el Sur, como buena amante de la pelota se lanza al ruedo y con pasión integra un equipo con los muchachos del barrio, acondiciona un terreno propio en la esquina de las calles Lugareño y 6, y enseguida se integra al movimiento de la ciudad. Resulta de interés el hecho de que es la primera vez que una mujer dirige a un equipo de pelota integrado por hombres.

Al mismo tiempo los menos reconocidos que en la práctica son los más, se reúnen todas las tarde masivamente en el way del ferrocarril, lugar del cual emergen muchos jugadores destacados. Es aquí, en este placer que al llegar la época revolucionaria del deporte, Bartolo “El Gordo”, constituye y organiza un equipo sub 15 de gran calidad,-el primero de esa categoría- con el cual recorre la provincia y celebra actividades deportivo-revolucionarias patrocinadas por los Comités de Defensa de la Revolución. En este equipo debutan algunos jóvenes talentosos como Héctor Sosa, Fernando Castanedo, Pedro Sánchez, Grael Carrero, Nelson Sánchez y Raúl Morales, quienes más tarde brillan en la pelota local.

Todos estos terrenos de placeres contribuyen al desarrollo del béisbol en la ciudad y sus alrededores donde, al mismo tiempo, se organizan equipos bien estructurados y se generalizan los topes amistosos dominicales en poblados y comunidades, como tiempo de espera “en el río revuelto” del nuevo estadio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *