Redacción Informativa
En los primeros meses de 1958 la Dirección del Llano del Movimiento 26 de julio, estimó que estaban dadas las condiciones para desatar una huelga general revolucionaria en todo el país. No obstante, la jefatura del Ejército Rebelde se oponía a las acciones precipitadas en las ciudades, a una huelga, sin el apoyo armado necesario.
El joven revolucionario Fidel Castro lanzó un manifiesto al pueblo para convocarlo a la huelga general y cursó órdenes a los comandantes y jefes de frentes para que desplegaran acciones de apoyo a la huelga.
El 9 de abril se realizaron acciones armadas en numerosas ciudades, aunque el despliegue más grande se realizó en la ciudad de Sagua la Grande. La huelga general no logró los objetivos propuestos; tuvo héroes y mártires como el joven líder Marcelo Salado.
Su frustración fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccional. La tiranía desató entonces una feroz represión desde La Habana hasta la Sierra Maestra, pues llegó a creer que estaba a punto de aplastar a la Revolución, cuando lo cierto era que su final estaba próximo, pues su ciega soberbia no le permitió avizorar que un pueblo decidido a su liberación es capaz de recuperarse de cualquier revés.
La sangre vertida contribuyó a precipitar los acontecimientos, que condujeron al país a la verdadera independencia.