Por Carlos González Ruiz

Cuba fue una de las pioneras en América Latina en desarrollar la radio, pues desde 1922 y auspiciada por la Internacional Telephone and Telegraph en la isla fue montada la primera planta radial, de ahi que constituye un reservorio infinito de nuestra cultura popular, cuyos valores históricos, culturales, comunicativos, simbólicos e ideológicos perviven en el imaginario y la memoria colectiva por generaciones, configurando una zona vital del patrimonio nacional.

Luis Casas Romero proyectó sus contenidos hacia el futuro desde la gala inaugural de su emisora 2LC, donde Rita Montaner, La Única, interpretó melodías raigales portadoras de la herencia cultural criolla y de nuestro patriotismo.

Desde los años treinta, notorios músicos como Ernesto Lecuona, Mario Romeu, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla ejecutaron melodías del movimiento musical nacionalista en rústicos pianos de los humildes estudios radiales.

Voces privilegiadas como la de Iris Burguet, desde el micrófono, expandieron a toda Cuba actualidades de la operística europea en idioma original y en tiempo real.

Plumas como Alejo Carpentier, José Ángel Buesa, Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso o Dora Alonso forjaron los senderos de la narración, la poesía y la ficción electrónica, y prestigiosos intelectuales, comunicadores, pensadores y hasta un excepcional político como Eduardo Chibás, convirtieron al éter en plataforma de la promoción cultural y del bienestar social.

Nuestra radio, que parecía predestinada a ser la réplica latina minimizada de la radiodifusión norteña, se agigantó en su desarrollo cuantitativo y cualitativo. El sistema se catapulta cuando las plantas capitalinas más pujantes crean cadenas nacionales que simultanean dos bandas de frecuencias y esparcen sus señales por toda Cuba y fuera de fronteras.

El rol reproductor de la radio cubana sembró las artes, la información, la comunicación, la historia, la política, la ideología —y hasta el deporte— en nuestras zonas más recónditas y rebasando el nivel de instrucción, la posición social y los estratos económicos de sus públicos; generó la fidelidad de las audiencias a la programación habitual, donde se alternaban los contenidos diversos y los mensajes comerciales.

Desde el inicio de la radiodifusión hasta la década de los años 30, la radio mantuvo una programación basada fundamentalmente en la información y el entretenimiento.

El 24 de febrero de 1958, sale al aire desde la Sierra Maestra, en las montañas del oriente cubano, Radio Rebelde, emisora de la Revolución fundada por Ernesto Che Guevara, y con ella comienza una nueva etapa en la historia de la radiodifusión en Cuba.

Tras el triunfo revolucionario en la nación se trabajó para que la señal de radio pudiera ser captada en todo el territorio nacional y que esta estuviera al servicio del desarrollo socioeconómico, con una red de emisoras nacionales, provinciales, municipales y locales.

La Radio Cubana sigue más viva que nunca. Estos cien años han demostrado el valor y las fortalezas del medio radiofónico, el cual se nutre, en primer lugar, del amor de quienes lo hacen. La Radio Cubana continuará siendo un Sonido para Ver».

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