Por Arquímedes Romo Pérez

Hace unos días se cumplió un aniversario más del fallecimiento de Juan Vicente Corrales Zuaznábar entrenador internacional de Boxeo, Comisionado Provincial de esa disciplina deportiva en Ciego de Ávila, promotor deportivo en la localidad de Morón durante muchos años, atleta brillante e ingenioso, “busca vida” durante su juventud, etapa en la que acumuló una buena cantidad de anécdotas convertidas en históricas, sobre todo en el béisbol.En los años cuarenta del pasado siglo, cuando es un magnifico pelotero e incursiona en el boxeo sin muchas pretensiones, se convierte en colaborador de los promotores que ponen en funcionamiento la Arena Ron Yucayo de Morón, e inspiran una brillante temporada boxística profesional, y cuando ésta declina Juan Vicente pasa de portero de estadio a promotor, cambia la Ron Yucayo para Arena Cristal y se erige en organizador, actividad de muy corta vida al carecer de los recursos económicos imprescindibles..

En su etapa de pelotero organiza equipos, dirige, organiza competencias y acumula una buena cantidad de historias simpáticas, además de hacer unos cuantos “inventos”. En la pelota de aquella época es común vender quinielas, papeletas con el nombre de una posición determinada, que si es la primera en anotar concede un premio, regularmente triple al costo, para el poseedor.

Regularmente los organizadores de la quiniela, inteligentes al fin, suelen vender más quinielas de los lanzadores que casi siempre son los últimos al bate y casi nunca los primeros en anotar, de esa manera venden más quinielas y conceden menos premios, pero un buen día Juan Vicente, organizador del partido, vendedor de las quinielas y jardinero central de su equipo, no está con suerte, casi todas las quinielas vendidas las pone a la cuenta del lanzador y el juego es un duelo que se extiende por varias entradas.

Ya a la altura del séptimo el lanzador contrario abre la entrada con un doblete, cuando llega a segunda Juan V piensa en lo que puede ocurrir, toma decisiones sobre lo que ocurre, enseguida le disparan una tremenda línea para su posición que se lo lleva en claro, sale en busca del batazo y al no alcanzarlo se pierde entre los arbustos de la zona pantanosa de Punta de Novillo próxima al terreno del Barrio Colón. Es obvio decir que el pitcher anotó la quiniela y que los ganadores aún están esperando.

No hay que decir que Juan V tiene para eso y mucho más, y en un fecha significativa reorganiza el Morón BBC y le hace una visita a Punta Alegre donde hay un magnifico equipo de pelota dirigido y organizado por “el gordo” Puertas. Los “moroneros” realizan la visita y son atendidos a “cuerpo de reyes”, todo concluye felizmente y queda pactada la revancha. Los puntalegrenses devolverán la visita el domingo siguiente.

Es la época en la que Morón carece de un estadio y el partido debe jugarse en el pequeño terreno del Central Patria. Juan V hace innumerables gestiones pero carece de los recursos necesarios para recibir la visita, resolver el almuerzo y las atenciones que deben brindárseles, razón por la cual comienza a pensar cómo evitar el juego, cómo suspender el partido y quedar bien, por lo cual se le ocurre una idea genial: mojar el terreno! Y en la noche del sábado con algunos de sus “ayudantes”, abre todas las pilas del batey del Central y con pasión beisbolera inunda todo el terreno de juego hasta convertirlo en una verdadera piscina.

Hay una intensa sequía y el domingo bien temprano llama telefónicamente a Puertas para notificarle la suspensión del juego por lluvia, y cuando “el gordo” le dice que ha venido a Morón y que aquí no ha llovido, Juan Vicente con la chispa que le acompaña y más tartamudo que nunca, le responde:” Bu….bu….bueno gordo, en Mo… morón no ha llovido, pe… pe…pero en Patria no….no…se…se.. puede jugar ni en un año”.

El 22 de marzo de 1951 se inaugura el pequeño estadio del Central Patria, instalación construida por la administración de la fábrica y los propios peloteros, con el fin de contar con las condiciones adecuadas para afrontar el compromiso de participar en la Liga Inter Centrales Azucareros de la provincia de Camagüey, con sede en Morón.

Ese acontecimiento marca la primera transmisión de una partido de pelota a través de la emisora CMJX Radio Morón, tarea que afronta un equipo debutante, sin experiencia alguna en la actividad, integrado por el periodista Enrique Sorí Morales, como narrador, Silvio Rodríguez Acosta, como comentarista y el locutor Rafael Morales en los comerciales adjuntos, todos con inmensos deseos de hacerlo bien. El programa inaugural es un tope amistoso entre el equipo propio del Central y una selección de la ciudad de Morón en la cual estaba Juan Vicente Corrales como jardinero central.

El partido va desarrollándose normalmente y la descripción un poco confusa pero aceptable para ser el debut, hasta que al nivel de la quinta entrada Juan V llega a la inicial, el juego está cerrado, y con el lanzamiento del pitcher el corredor se va al robo de la intermedia. El narrador un poco sorprendido describe:”Adelanta el hombre de primera, el lanzador lo cuida, se prepara, viene el lanzamiento, el corredor se va para segunda, el cátcher tira, el corredor se desliza. y es
Y es quieto…..! Como corre ese negro ca…..! Por lógica, es ese el primer y último partido del narrador!

Y precisamente el pequeño estadio de Patria se convierte en la principal instalación de Morón para la práctica del Béisbol en la década de los cincuenta, hasta la inauguración del nuevo estadio de la ciudad. En aquellos tiempos es común que equipos integrados por peloteros profesionales de la Liga Invernal Cubana, viajen al interior y efectúen partidos amistosos con equipos locales para ganar unos pesos; los sueldos de entonces son irrisorios para los peloteros.

En 1952, el equipo del Central Patria, contra todos los pronósticos, gana el campeonato de la Liga Intercentrales imponiéndose a los poderosos conjuntos tradicionales de la provincia, apoyado fundamentalmente por el brazo de Melquiades(Meca) Milián, un lanzador de excelencia en cuanto al control, super lento en sus lanzamientos pero habilidoso, inteligente y valiente cuyas curvas parecen no llegar nunca y todas distintas.

Es una muy atractiva visita a Morón: una selección de peloteros profesionales dirigida por un bateador verdaderamente poderoso muy bien conocido: Chiquitín Cabrera, inicialista del equipo Marianao, uno de los hombres de mayor fuerza en la pelota cubana, el clásico jonrronero.
Lógicamente el lanzador que enfrenta a los profesionales no puede ser otro que Meca Milián, campeón de pitcheo de la Liga Azucarera. En la primera ocasión que entra al bate Chquitín, Melquiades lo poncha. El bateador se sonrie y no cree lo ocurrido. El juego continua y cuando vuelve al plato el corpulento bateador viene con la intención de desquitarse, sin embargo tres lanzamientos y tres “swines” al aire: Chiquitin Cabrera ponchado por segunda vez. Al final del partido el visitante, cortésmente y más alimentado por los ponches ingeridos, abraza a Milián, y lo felicita por haberlo ponchado par de veces y por sus habilidades en el arte de lanzar.