Por Héctor Izquierdo Acuña

Desde la antigüedad, el origen de las ciudades coloniales estuvo enmarcado por un parque central o plaza alrededor de la cual se agrupaban las edificaciones. En su entorno se concentraban los tres poderes: la Iglesia, el Gobierno y el Ejército, también era el lugar ideal para el desarrollo de las más diversas actividades.

Por tanto, han servido, a lo largo de la historia, para la concentración de población para diversos fines como militares, culturales, religiosos políticos y sociales.

Hacia ellos fluye la vida social porque se respira un aire de libertad de movimientos y un ambiente de descanso. Son lugares propicios para reuniones y charlas con las demás personas que allí acuden.

En el Centro Histórico Urbano de Morón existen dos polos de atracción que son los parques Ignacio Agramonte y José Martí, sin embargo, desde 1960 el parque José Antonio Echeverría forma parte de la fisonomía moronense.

El área donde esta enclavado el parque surgió en los primeros años del siglo XIX cuando Morón fue expandiéndose hacia el sur como resultado del desarrollo de la localidad en la década de los años 20, sobre todo en importantes esferas económicas como la ferroviaria y la industria azucarera, que se reflejó en su arquitectura y trazado urbano.

Con el triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959 y el establecimiento de los Comisionados como forma de gobierno local, surge la idea de urbanizar el espacio y edificar un parque en el área que ocupaba un solar donde se jugaba a la pelota, conocido popularmente como “el cuadro de Los Piratas”. Solo se destacaba el edificio social del Sindicato Ferroviario, que fue demolido para la ejecución de la nueva obra.

Alberto Pila García, en ese momento el Comisionado de Morón, fue quien con gran poder de convocatoria, con el empleo de los recursos del municipio y sin el respaldo del entonces Ministerio de Obras Públicas, acometió la construcción.

El proyecto arquitectónico fue concebido por Francisco García Rivero, “Panchito”, que estuvo al frente de la obra.

Poseía el parque, además de su mobiliario característico, una gran fuente en cuyo interior se destacaban cuatro luces de color verde, roja, azul y amarilla que le aportaban gran colorido y belleza sobre todo en horas de la noche, cuando los rayos luminosos jugaban con las cortinas de agua simulando un arco iris.

El suministro de las luminarias fue sometido a subasta y adquirió el contrato la compañía Philco, que eran más funcionales en correspondencia con el proyecto.

Distinguía el parque un grupo de bocinas que, colocadas adecuadamente, permitían escuchar desde cualquier ubicación y de manera uniforme la música indirecta que se transmitía desde un equipo de audio situado dentro del Instituto preuniversitario José Antonio Echeverría.

Esta, la primera obra de envergadura del Gobierno Revolucionario en Morón, fue inaugurada a las 12 de la noche del 31 de diciembre de 1959, Año de la Liberación, convirtiéndose así en un acto que corresponde por igual a este día como al primero de enero de 1960. La cinta de apertura fue cortada por Vicente Isla Vinagre, quien en esos días había asumido el cargo de Comisionado Municipal. La hora fue escogida para saludar el primer aniversario del triunfo de la Revolución.

Hoy el parque José Antonio Echeverría forma parte del patrimonio y la identidad moronense, y es punto de reunión para los cientos de estudiantes del Instituto Preuniversitario Nguyen Van Troi, y pueblo en general que acude a disfrutar de la tranquilidad y belleza de su entorno.