Conserveros de Ciego de Ávila asumen el procesamiento industrial del tomate, que, aunque en menores cantidades debido a lo exigente que resulta su cultivo en cuanto a recursos, es un renglón que sustituye importaciones y aparece entre los de alta demanda en el consumo social y en la población.

Noemí Iglesias Falcón, directora de la Empresa Filial Conservas y Vegetales de Ciego de Ávila, dijo a la Agencia Cubana de Noticias que el plan a moler en la actual campaña es de tres mil toneladas (t), y hasta la fecha los compromisos de los agricultores se cumplen.

Precisó que los conserveros avileños asumen lo que la Agricultura les entregue, pues cuentan con la tecnología y la fuerza laboral necesarias, mientras que todo producto que elaboren cuenta con amplia demanda.

Hasta la fecha se han molido más de 1 400 toneladas del vegetal, con las cuales produjeron 50 t de puré al 12 por ciento para la venta directa a la población, y 87 t de concentrado al 20 por ciento, que se emplea para obtener las diferentes salsas.

Según reportes de la Agricultura, ha sido paulatina la disminución de las hectáreas (ha) a plantar de este vegetal, pues, la falta de insumos, como los fertilizantes de fórmula completa (nitrógeno-fósforo-potasio) son imprescindibles para el desarrollo, crecimiento y rendimiento del tomate.

Pedro Manuel Díaz González, especialista de este cultivo en la delegación provincial de la Agricultura, explicó que a esto se suman los atrasos en la preparación de la tierra a causa de lluvias y la llegada a destiempo del combustible, lo cual desmotiva a quienes cuentan con una cultura en esta siembra, pues no ven garantía de obtener beneficios de las cosechas.

Para no dejar este renglón sin protecciones ante plagas, y que puedan recibir nitrógeno, no todo el que demanda, los tomateros emplean medios biológicos como la Tabaquina, Bacilo-13, 24 y 26, el CBFERT (fertilizante líquido ecológico), humus de lombriz y microorganismos eficientes, agregó Díaz González.

Conservas y Vegetales en Ciego de Ávila, integrada por las fábricas de Majagua y Florencia, ubicadas en los municipios de igual nombre, incluyó en su cartera de productos la pulpa de cebolla, surtido que sustituye importaciones de insumos que necesita el país para elaborar las diferentes salsas.

(Lubia Ulloa Trujillo)

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