(ACN)
Vinculado por diversas razones al surgimiento del poblado, el parque Ignacio Agramonte, de la ciudad avileña de Morón, guarda historias y secretos que hoy adquieren ribetes de leyenda. El lugar, situado en el extremo norte de la localidad, posee una singular estructura y es visitado frecuentemente por personas de todas las edades, quienes encuentran allí refugio para enamorarse, discutir las últimas jugadas beisboleras o comentar un tema de actualidad.
Sin embargo, cuentan los historiadores que sus bancos tienen sus bases sobre lo que ayer fue el primer cementerio de la villa y argumentan que esta localidad de la provincia de Ciego de Avila se fundó oficialmente el 24 de mayo de 1543.
Se toma como referencia la fecha cuando en el Cabildo celebrado en la Trilla de Sancti Spíritus, el hato de Morón fue mercedado al señor Don Luis de Almeida.
Entre los primeros habitantes estuvieron familias que emigraron desde la región espirituana y marineros que navegaban a lo largo de la costa norte en busca de fortuna, quienes se asentaron originalmente en el extremo norte.
Para entonces el campo santo del naciente caserío quedó ubicado en el lugar que hoy ocupa el parque.
Sin embargo, las enormes inundaciones del río de primavera El Roble obligaron a sus primitivos pobladores a trasladarse a más de un kilómetro de distancia.
El parque fue también plaza, de la cual partía la calle Martí, una de las principales de la actual ciudad y a su alrededor se erigieron importantes edificaciones como la iglesia católica y la estructura del teatro Reguero, que nunca llegó a terminarse.
Es precisamente esa iglesia católica, la reliquia constructiva más vieja que se mantiene en pie en esos predios y la única del país que posee una torre almenada y aspilleras en sus paredes.
La instalación fue utilizada como cuartel militar en las guerras independentistas, en la llamada Guerra de la Chambelona y en la última contienda de liberación nacional.
Detenerse hoy en el parque Ignacio Agramonte es acercarse a la historia de Morón y a los antepasados que la habitaron; sin embargo, una nueva historia está allí por comenzar con el desarrollo del proyecto comunitario Reverbero, a cargo del grupo Morón Teatro.
Las acciones a favor del arte y la cultura implican a toda la comunidad y convocan a crear nuevas historias de vida donde ayer existió sólo un lugar dereposo para difuntos.