Desde el inicio de la Guerra de los Diez Años en 1868, el entonces Capitán General, el General Blas Villate de la Hera, Conde de Balmaceda, concibe como estrategia para sofocar la insurrección la construcción de una trocha militar desde el puerto de Júcaro, en la costa sur, hasta el poblado de Morón, en la costa norte de Puerto Príncipe.

Esos planes perseguían impedir a los cubanos extender la guerra hacia el occidente del país, donde estaba la principal base económica y el poder político de la colonia, mientras se creaban condiciones para desgastar y aislar a los mambises, casi sin posibilidades de recibir ayuda en armas y abastecimiento.

Madrid aprueba la propuesta de Balmaceda y para 1872 la trocha contaba con una extensión lineal de 60 kilómetros, 17 fuertes y 16 fortines, con una guarnición de 5 000 hombres; así como con moderno armamento y 10 piezas de artillería que se movían a lo largo de la fortificación por un ferrocarril, lo que permitía también trasladar con rapidez a la tropa de un lugar a otro, según recoge la enciclopedia cubana Ecured.

Pero en tanto se alzaban los fuertes, se cavaban las trincheras y se tendían los campos de alambres de púas, los mambises iban estableciendo los puntos vulnerables de las fortificaciones y pasos por donde escapar de la vigilancia de las tropas enemigas, que contaban, inclusive, con modernos sistemas de iluminación y puntos de emboscadas.

Dentro de las filas patriotas fue el Generalísimo Máximo Gómez quien más defendió en la contienda de 1868 la estrategia de la invasión hacia el occidente que propuso en varias oportunidades, pero por insuficiencia de recursos, problemas de divisiones internas y otros factores negativos no pudo concretarse en todo su alcance.

Los sueños del gran dominicano de llevar la conflagración hasta los confines de Pinar del Río solo se realizarían por él y el Titán de Bronce años más tarde durante la Guerra Necesaria, en 1895.

Aunque Gómez no tuvo que esperar tanto para derrotar las trochas españolas, como lo haría nuevamente en 1895, por la obsoleta reiteración de esa estrategia colonial.

En 1873, después de la muerte de Ignacio Agramonte, Máximo Gómez pasa a ocupar la jefatura del Tercer Cuerpo de Ejército y del Departamento del Camagüey y Las Villas e inicia una ininterrumpida ofensiva, en la que libra decenas de combates victoriosos en los llanos camagüeyanos y en Las Tunas.

Logra las importantes victorias de Batalla de Palo Seco, Las Guásimas y ataca importantes poblados y ciudades de la región donde España pierde la iniciativa estratégica.

Frente a la ofensiva mambisa, la línea construida por los peninsulares era burlada sistemáticamente por emisarios y pequeños contingentes cubanos en uno y otro sentidos.

El 6 de enero de 1875 una gran fuerza de más de 1 000 efectivos, apoyados por la caballería y mandada por Gómez, cruzó la trocha sin que los asombrados guardianes de las fortificaciones españolas pudieran hacer algo contra la columna cubana que, con la bandera desplegada, avanzaba hacia Las Villas.

(Tomado de ACN)

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