A su ganado prestigio como farmacéutico, dueño del establecimiento destinado a la venta de drogas conocido como La Central, el Doctor Eduardo Valdés Figueroa agregó el de ser pionero de la radiodifusión en Ciego de Ávila, al inaugurar en su propio negocio la primera estación de radio en ese territorio, entonces término municipal de la provincia de Camagüey.
La radiodifusora, registrada como la 7BY, hizo su primera trasmisión desde la céntrica calle Independencia, número 76, sede de la citada farmacia, para ser escuchada por los pobladores locales. Por varios años fue esta la única trasmisora radial de la ciudad.
La efervescencia de la radio se extendía a toda velocidad a lo largo y ancho del archipiélago nacional, luego de que el 22 de agosto de 1922 el teniente Luis Casas Romero, patriota, músico y compositor cubano creara su emisora 2LC. Apenas dos años después, el tres de febrero de 1924, motivado por la novedosa idea, Valdés Figueroa lanzó al éter las primeras señales de la 7BY.
Según consta en el archivo histórico provincial, el 15 de junio del año 1922 la revista Alma Ilustrada publica una entrevista realizada por Luis Martínez Mendoza al creador de la radio en ese territorio, en la que afirma: “estoy montando una estación inalámbrica de telegrafía y telefonía; con ella podré comunicarme hasta con Paris, Berlín….”
Cuentan los historiadores —y también se recoge en testimonios de quienes fueron testigos de aquel suceso—, que la primera trasmisión de esta planta se escuchó con claridad entre los avileños que habían podido adquirir los aparatos de radio que prontamente, tras la inauguración de este medio en la capital, se comenzaron a comercializar en todo el país, en la mayoría de los lugares como futuro medio doméstico para el disfrute de las nacientes señales radiofónicas.
Valdés Figueroa, se dice, puso a bailar a sus coterráneos mediante un concierto de música de danzón —muy popular por esa época—, a la vez que le adjudicó a su radiodifusora un estilo concordante con el sentido netamente comercial dado a este medio desde su llegada a Cuba. De tal modo se trasmitían algunas informaciones muy locales, poemas de corte romántico y algunas notas tomadas de la prensa, las cuales se combinaban con cuñas publicitarias sobre los principales negocios de aquella urbe, principalmente los inherentes a productos alimentarios, perfumería y espectáculos.
Al igual que en La Habana y en el resto de las provincias y municipios que contaban con estas señales, prontamente las principales casas comerciales del territorio se vincularon al negocio radial, fundamentalmente a través del patrocinio de programas, la realización de concursos o el alquiler de espacios para anuncios publicitarios. Asimismo, las empresas nacionales con sucursales en Ciego de Ávila también ubicaron sus menciones en la radio avileña, la cual constituía el más importante vínculo de comunicación con las grandes masas.
En tal sentido, en muchos establecimientos públicos y comercios se ubicaron los receptores de las ondas, puesto que la mayoría del pueblo no tenía posibilidades de adquirir estos equipos, principalmente vendidos en Cuba por la firma estadounidense RCA Víctor.
Hacia finales de la década del 20, además de esta radiodifusora, en Ciego de Ávila, entonces término municipal de la provincia de Camagüey, existían ya cuatro plantas mencionadas por la revista norteamericana especializada en radio, Citizen´s Radio Call Book. Estas eran: la 7BY, 7FU, 7HF y 7IR. Al siguiente año otras publicaciones, la Radio Call Book Magazine y la Technical Review, respectivamente, anuncian la existencia allí de tres estaciones de radioaficionados: CM7BY, CM7FU y CM7HS.
De la denominación 7BY, y luego CM7BY, la emisora del conocido farmacéutico pasó a denominarse CMJB, de acuerdo con lo establecido en el Código Internacional. La C corresponde a América Latina, la M a Cuba, la J a Ciego de Ávila y la B al número cronológico con el que se registró su fundación. Vale señalar que, con anterioridad, ya se había registrado, con efímera duración, una planta cuyas ondas trascendieron por buena parte de la geografía urbana avileña.
La fiebre de la radio y la proliferación de los radioescuchas motivaron que tras el arribo de los años 30 en el territorio avileño funcionaran varias estaciones de onda corta. En febrero del año 1932, según RadioCall Book Magazine en Cuba había 51 estaciones de radiodifusión.
En tal sentido, es de señalar que con la llegada del siglo XX, Ciego de Ávila, que hasta entonces era un pobre pueblo camagüeyano, experimentó un rápido crecimiento económico y social, fundamentalmente debido a la introducción de capitales norteamericanos, mayoritariamente destinados a la construcción de centrales azucareros y el acondicionamiento de las tierras para la producción de caña de azúcar; mientras que una cifra considerable de inmigrantes españoles, hicieron progresar el territorio, muchos de ellos dedicados a la ganadería y a la agricultura no cañera.
A ese auge contribuyó asimismo la inauguración del ferrocarril Habana-Santiago y la carretera Central, que incentivaron el intercambio comercial y cultural con el resto del país. A partir de los años 20 comenzaron a construirse en la urbe avileña fastuosos edificios, hoteles, parques, teatros, cines, liceos; mientras que esa burguesía que propulsaba ese desarrollo también invirtió en la promoción de sus negocios mediante el patrocinio o creación de diferentes medios, como periódicos, revistas y emisoras de radio.
Entre 1931 y 1959 se instalaron en la ciudad cuatro importantes emisoras que propiciaron significativos avances en la vida cultural, económica y social de los avileños: la CMZ-26 (1931), la CMJP Radio Aérea (1932),) y la CMJU Radio Cuba (1953). Entretanto, en otra ciudad con similar prosperidad, Morón, al norte, inauguró en 1949 la CMJX Radio Morón, la primera que en toda esa zona, hoy provincia de Ciego de Ávila, utilizó el enlace por frecuencia modulada.
Pero volvamos a la historia que nos ocupa con la primera de todas esas emisoras. Motivado por la popularidad de la CMJB (derivada de la 7BY), en 1932 Luis Marauri Mendoza, administrador y redactor jefe de la revista Alma Ilustrada, cuyo propietario era Arturo Delgado Pérez, continuó el negocio radial de Valdés Figueroa, al crear su propia planta en una zona cercana al hospital y años más tarde se traslada para la calle Honorato del Castillo número 37, frente al céntrico parque Martí. Su dueño, amén de periodista también ejercía como locutor.
Clasificada como la CMJH, la radiodifusora de Marauri disponía de 50 watt de potencia (1360 kilociclos). Poco después de su surgimiento, esta radiodifusora ya dominaba el éter en la capital avileña, hasta que apareció casi simultáneamente una nueva competidora: la emisora CMJI, de los Hermanos Gessa, quienes se establecieron en la calle Independencia, número 101, en el bar Los Bobos de Moda (hoy El Brindis). Hacia finales de 1932 cambió su nombre por CMJI La Voz de la Trocha.
Esta planta comenzaba sus trasmisiones a las diez de la mañana y recesaba a las doce del día para volver salir al aire entre las cinco de la tarde y las diez de la noche. Estaba equipada con una consola de fabricación artesanal, un plato tocadiscos, dos micrófonos y un transmisor de 250 watt, fabricado en La Habana por los Hermanos Álvarez. A los pocos meses de su inauguración, la CMJI tenía varios espacios con mucha audiencia, entre ellos El Preguntón, Fiesta Española, Discoteca CMJI, Parranda Guajira y el noticiero.
En el año 1945, su entonces dueño Isidro Castellanos vendió la CMJI a Ricardo Villarreal, quien la trasladó para el igualmente muincipio camagüeyano de Florida. Es de significar que en esa misma década de los años 30 también surcaba el éter avileño la CMJO, por la frecuencia 1470 Khz., mediante un trasmisor de 250 watt. Esta planta tuvo varios dueños, hasta que uno de estos, Bonifacio Idelfonso, la convirtió en la más seguida por el pueblo en la década de los años 50, desplazando de tal condición a sus rivales. En la calidad de sus trasmisiones influía su equipamiento, dotado de ocho grabadoras de cintas magnetofónicas, además de la primera y única impresora de discos de acetato existente en aquella zona.
Ya por esa fecha igualmente existía la CMJD, fundada en mayo de 1949 como filial de la Unión Radio Cadena Nacional. Radicó en la calle República número 61 y podía sintonizarse —en los horarios en que no lo hacía la Cadena Nacional— por los 1190 Khz, con cuatro o cinco horas de transmisión durante el día y la noche.
Posteriormente, a través de una solicitud hecha al Ministerio de Comunicaciones por Armando Jiménez y Gustavo Cruz, el 10 de octubre de ese mismo año, se crea la CMJP Radio Cuba, en la calle República de la urbe avileña. La nueva emisora disponía de un trasmisor de 500 watt de potencia, una consola pequeña, una grabadora de alambre RCA Víctor, una discoteca con discos de 33, 45 y 78 Rpm., dos platos tocadiscos e igual número de micrófonos modelos 44 RMX, además de una torre trasmisora en el reparto Vista Hermosa.
La nueva señal se identificaba con la frase: “Transmite Radio Cuba, 580 kilociclos. Su frecuencia favorita”. Su programación se extendía desde las cinco y media de la mañana hasta la una de la madrugada. Entre sus principales socios promocionales y publicitarios estaban importantes firmas nacionales, como las de las cervezas Hatuey y Cristal y la marca de cigarros Regalías El Cuño.
Radio Cuba prontamente ganó preferencia popular por sus espacios dedicados a los temas políticos, culturales, noticiosos y de entretenimiento. Uno de sus programas esperados cada noche era el titulado Nocturnal, con una excelente propuesta de piezas musicales instrumentales o suaves, acordes al gusto de los radioescuchas en ese segmento de la noche. Otras ofertas radiales con extraordinaria audiencia fueron Club de la Juventud, Cabalgata 580, Música al despertar, Álbum Social de Los Leones, Nuestra Discoteca, La Parranda Guajira, y Cita Romántica.
De los dos dueños de Radio Cuba, Armando y Gustavo, el segundo inyectó a la planta sus ideas revolucionarias, en favor de la lucha del pueblo cubano por la independencia nacional, mientras que el primero, paradójicamente, estaba alineado al régimen de Fulgencio Batista, motivo por el cual no eran pocas las disputas y encontronazos entre ambos directivos por sus divergentes ideas políticas. No obstante, la emisora y la mayoría de sus trabajadores se convirtieron en baluartes de la lucha clandestina, propiciándole espacios de protestas a obreros, estudiantes, campesinos y diferentes sectores de la oposición. Precisamente, Cruz Ramírez, logró convertirla en sede del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, en Ciego de Ávila, al cual se incorporaron valiosos jóvenes revolucionarios, como Cloroberto Echemendía.
En 1958 Gustavo se vio precisado a abandonar la provincia de Camagüey debido a que era perseguido por la dictadura batistiana por sus acciones en contra de la dictadura. Entonces Armando Jiménez se quedó al frente de Radio Cuba y en 1959, tras la victoria del Ejército Rebelde, los trabajadores, en abierto enfrentamiento a sus ideales, se vistieron de verde olivo y salieron a las calles a festejar el triunfo. La dirección la ocupó el locutor Fernando Alcorta. A partir de ese momento, las transmisiones se conectaron con Radio Nacional de Sancti Spíritus y por esos días, se publicaban con frecuencia declaraciones a favor de los cambios sociales que ocurrían en el país.
Esta radiodifusora estuvo en la preferencia popular hasta el año 1961, en que fue intervenida por la Revolución, incorporándose al Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL). En septiembre de 1969 cambió de nombre y locación, trasladándose para la calle Chicho Valdés número 66.
En los años 80 del siglo pasado por consenso popular y a propuesta del veterano de la radio, Roberto Aguilar Oliva, ya fallecido, pasó a nombrarse Radio Surco, nombre que de alguna manera rinde homenaje al trabajo directo de cientos de miles de hombres y mujeres que laboran en el surco agrícola y en consonancia con el “surco” de los discos donde se graba la música.
(Tomado de sitio de la UNEAC)