Redacción Informativa
Más allá de los problemas en la cosecha y la industria por limitaciones materiales, la mayor debilidad en Ciego de Ávila radica en la producción de caña, tendente al decrecimiento.
Hacia allí deben dirigirse las miradas, sobre todo en la creación de colectivos laborales agropecuarios que en la práctica han demostrado su valía.
“Buena parte de la solución viene de adoptar sistemas económicos que estimulen la productividad y no tanto de reuniones y compromisos que muchas veces no se cumplen”, comentó el viceprimer ministro cubano Jorge Luís Tapia Fonseca.
Añadió que al cada uno de esos colectivos manejar sus recursos y financiamientos les da sentido de pertenencia, que se revierte en buenos dividendos para todos.
“Aquí se trata de crecer en rendimientos y no tanto en áreas de caña, de garantizar una atención adecuada a las plantaciones que tenemos, sino es contraproducente sembrar por sembrar”.
Teniendo a la producción cañera como actividad principal tampoco se puede descuidar la producción de alimentos para el autoabastecimiento del sector y el aporte a las comunidades aledañas. En tal sentido Ciego de Ávila tiene mucho por mejorar, pues a decir del presidente del Grupo Azucarero Azcuba, las bases productivas de aquí se catalogan entre las más malas del país.
Además de para alcanzar la necesaria diversificación de ingresos del sector, la producción agropecuaria esulta vital para evitar el riesgo mayor: la desaparición de la comunidad cañera, al no contar con las atenciones mínimas, reflexionó García Pérez con los daños sociológicos, históricos y de descapitalización del campo que ello entraña.