Por Héctor Izquierdo Acuña

El domingo 8 de noviembre de 1868, Nicolás Hernández Moreno, el Tocayo, se lanzó al campo de la Revolución en Morón; le acompañaban su hermano Manuel de Jesús, y su sobrino Simón Reyes Hernández, quien a la sazón tenía solo 10 años y de nada valieron consejos ni poder de convencimiento que lo hicieran desistir del propósito de acompañarlos a la manigua.

Quizás por azares del destino, o porque ya en la región se conspiraba contra el colonialismo español, otro tanto ocurrió en la zona de Ciego de Ávila, cuando ese propio día se levantan los hermanos Marcial de Jesús, Felipe y José Ambrosio Gómez Cardoso, quienes tomaron prisionero al administrador de correos de ese poblado, y se incorporaron a la conflagración. Se iniciaba así la Guerra de los Diez Años en tierras avileñas. Con respecto al inicio simultáneo de la lucha armada, no se han encontrado pruebas documentales que demuestren la existencia de un levantamiento coordinado entre los principales conspiradores de Morón y Ciego de Ávila.

Relataría años después el espirituano Serafín Sánchez Valdivia, que en los primeros meses de la contienda a Chicho Valdés se le habían incorporado más de 100 hombres, hijos de Morón y su comarca, donde Salomé Machado, José Valdés, José Rafael Saballo y los hermanos Bringa, eran los principales.

Sorpresivamente, en la madrugada del 5 de diciembre, el campamento mambí de Chicho Valdés en La Ceja fue asaltado por tropas españolas al mando de Manuel Sánchez Lamela, teniente gobernador de Morón. El mando criollo se empeñó en un combate que resultó desastroso para las armas cubanas, pero que constituyó el bautismo de fuego de las bisoñas fuerzas del Ejército Libertador, frente a un ejército bien entrenado que las supera en número y armamento.

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