Por Héctor Izquierdo Acuña
Entre los símbolos más preciados de cualquier país, la bandera nacional ocupa un lugar cimero. La historia de las banderas es casi tan antigua como la humanidad, debido al uso que se les daba como signo distintivo de una colectividad o grupo, y a la vez, identificativo de la unidad que prevalecía en su interior.
Esta identidad alcanzada en tiempos modernos, entre pueblo, nación y bandera, siempre ha estado presente en la conciencia colectiva del cubano, desde que se consideró como tal.
Correspondió el honor de símbolo nacional de la República de Cuba a la bandera enarbolada por Narciso López en la ciudad de Cárdenas el 19 de mayo de 1850.
Mucho se ha escrito sobre el diseño y la confección e historia de nuestra bandera, en la que siempre ha estado presente la mujer, primicia que tuvo la patriota Emilia Teurbe Tolón, quien la cosió a mano por primera vez.
En Morón, manos femeninas también han estado imbricadas al símbolo enarbolado en las luchas por la independencia de Cuba desde la Guerra de los Diez Años, cuando la maestra Margarita Guerra confeccionó y bordó la bandera que ondeó en los campos de la revolución al frente de las tropas del capitán del Ejército Libertador Manuel Esteban de la Torre. Por esta causa, en 1870 la patriota fue deportada a La Habana en unión de sus cuatro hijos.
Ya en la Guerra de 1895, la enseña nacional fue bordada por las finas manos de América Peñaranda Machado, cuyo verdadero nombre era Emerencia Modesta.
Poco se ha divulgado sobre la vida de esta patriota, nacida en Morón el 4 de noviembre de 1867, fruto del matrimonio formado por Manuel Atilano y Antonia, del cual nacieron otros 13 hermanos.
América se caracterizó por su carácter bondadoso y amable, rasgos por lo que era admirada y querida. Desinteresadamente enseñaba a leer y escribir a conocidos y vecinos de su barriada quienes, carentes de recursos, no podían asistir a la escuela.
Era, además, gran aficionada al tejido y al bordado, sobre todo manteles y cubrecamas, las piezas que más confeccionaba. Como era costumbre en la época, y por ser varias hermanas, cada una se dedicaba a una tarea diferente en el hogar.
América ha pasado a la historia moronense por haber bordado la bandera que enarboló el coronel Nicolás Hernández Moreno, El Tocayo, Patriota Insigne de la ciudad avileña de Morón, desde el momento de su alzamiento en de mayo de 1895 y que siempre estuvo al frente del Regimiento de Caballería Castillo.
Para confeccionarla, América Peñaranda compró el hilo en la Casa de Comercio Barros y Compañía, establecimiento ubicado entonces en la esquina de las calles Martí y Salomé Machado; la tela punzó y la blanca las adquirió en el comercio de Agustín Arnaiz Fernández, en la esquina de Martí y Máximo Gómez y la tela azul la tomó de un vestido que se había confeccionado para la fiesta de La Candelaria, patrona de Morón, del 2 de febrero de 1895.
En 1898, durante los días previos a su entrada a Morón, los mambises estuvieron varios días acampados en la finca Mangos de Subirats y Sitio Orozco, donde recibieron raciones de boca facilitadas por una comisión encargada de ayudar a las tropas del Ejército Libertador que, acampadas en las cercanías de la villa, eran víctimas del paludismo. En esta humana labor América tomó parte activa junto a otras mujeres de la localidad.
También tuvo el honor de bordar la bandera cubana que ondeó al frente de las tropas mambisas al mando del coronel Juan Pedro de la Rosa Quijano y Benito en el momento de su entrada a Morón el 12 de noviembre de 1898.
La patriota América Peñaranda Machado vivió en la casa marcada con el número 177 de la calle Libertad de la ciudad de Morón, donde falleció el 14 de septiembre de 1957 a la edad de 89 años. Su vida, signada por el patriotismo, constituye un símbolo de la mujer cubana y, en especial, la moronense.