Cubadebate

Evocamos el 47 aniversario del derribo en pleno vuelo de un avión civil cubano en aguas territoriales de Barbados, el 6 de octubre de 1976 y aún el caso está impune, sus instigadores intelectuales y conjurados han muerto en territorio estadounidense, país que los cobijó y dio amparo hasta el final.

Colocar y mantener a Cuba en la infame lista de países que supuestamente patrocinan o no colaboran lo suficiente, según el rasero estadounidense, para enfrentar al terrorismo tiene pretextos híbridos, pero ninguno con sustento legal, moral, ético, ni real.

Sirve para aplicar medidas coercitivas unilaterales contra la Isla, para recrudecer el genocida bloqueo, que ya transita por más de seis décadas, asfixia a millones de cubanos; se emplea además para difamar un sistema político soberano, democrático participativo, solidario; obliga a la emigración legal, pero, además, estimula la ilegal, insegura y desordenada salida del país por medios riesgosos, que ha ocasionado numerosas víctimas fatales.

Se invoca para amenazar inversores en la economía nacional, con el espurio subterfugio de “comerciar con el enemigo”, es fundamento ilegítimo para sancionar a entidades, barcos, empresas, bancos que desafíen las sanciones contra Cuba, país víctima del terrorismo en todas sus formas de manifestarse desde 1959.

No es historia reciente para ser transmitida a nuevas generaciones, en menos de tres años en dos ocasiones su embajada en Estados Unidos, ha recibido ataques terroristas de elevada gravedad. En abril del 2020 un tirador vació un cargador de un fusil de asalto contra sus instalaciones y el 24 de septiembre pasado, un atacante intentó incinerar a todos los funcionarios y familiares de esa sede diplomática, cuando armado de dos bombas incendiarias de manufactura casera las lanzó contra el inmueble. Ninguno de estos dos ataques han sido esclarecidos ni sus ejecutores juzgados. La impunidad del primer ataque, inspiró el segundo y promoverá otros, con la anuencia de las autoridades encargadas de velar por la seguridad de las representaciones diplomáticas acreditadas en Estados Unidos.

El terrorismo que se incuba en la emigración cubana, desde sus orígenes ha sido y es un caso de terrorismo doméstico en territorio estadounidense, ha afectado la seguridad nacional de ese país, dañado sus intereses públicos y privados. Empresas aéreas han sido amenazadas, les han colocado bombas que generaron víctimas y daños considerables, pero la voluntad política de sucesivas administraciones en Estados Unidos, dirigida a destruir el sistema cubano, ha propiciado que perdure hasta al presente.

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