En la tarde del 6 de agosto de 1960, todas las gradas del Estadio del Cerro hoy Latinoamericano, se colmaron con decenas de miles de habaneros en representación del pueblo cubano y cientos de jóvenes de Nuestra América.

Ante el anuncio de que el Comandante en Jefe Fidel Castro haría la clausura del magno evento e informaría sobre la aplicación de una ley revolucionaria, bastaron muy pocas horas para movilizar esa multitud, que desbordaba todos los espacios.

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Afectado por una ligera disfonía, el líder de la Revolución inició su intervención valorando la historia de los pueblos de Nuestra América, y los elementos que nos unen a pesar de los esfuerzos del imperialismo yanqui por separarnos. El Comandante en Jefe se refería a la precaria situación de los pueblos latinoamericanos y a las ideas que hicieron posible el triunfo de la Revolución, cuando inesperadamente, quedó sin voz.

En ese dramático instante mientras el pueblo le pedía a su líder que descansara y él intentaba continuar, Raúl tomó la palabra y llamó a la calma: “No es una simple casualidad que esto suceda en momentos que han de ser históricos para Cuba y para la América nuestra, ¡que es la verdadera!, no es ni cosa del destino, ni cuestiones de malos augurios; eso es simplemente, un ligero revés sin importancia, porque se ha ido una voz por un momento; ¡pero ahí está él, y estará!

Seguidamente, Raúl inició la lectura de la Ley No. 851, del 6 de julio de 1960. Al terminar el primero de los Por Cuantos, con alegría inmensa, Raúl dejó de leer para anunciar que tenía una mala noticia para el imperialismo yanqui, porque a Fidel, le estaba volviendo la voz. Raúl pidió esperar cinco minutos y solicitó que todos hicieran un esfuerzo: Fidel “hablando bajito, y ustedes haciendo silencio”. Por último, convocó a cantar el Himno Nacional.

Luego de la emoción de cantar el Himno Nacional dirigidos por Juan Almeida, todos los presentes ocuparon sus puestos, y Fidel volvió a los micrófonos para leer íntegramente, el texto de la Ley de Nacionalización.

Así, Fidel fue leyendo los Por Cuantos que argumentan cómo ante tales hechos, el Gobierno Revolucionario consciente de sus altas responsabilidades históricas, y en defensa legítima de la economía nacional, tenía la obligación de proveer las medidas necesarias para contrarrestar el daño causado a nuestra na¬ción por esas agresiones; y, en conformidad con nuestras leyes y el ejercicio de nuestra so¬be¬ranía, aplicar esta ley como decisión justificada, por la necesidad que tiene la nación de resarcirse de los daños causados en su economía, y afirmar la consolidación de la independencia económica del país.

(Redacción Informativa)

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