Katherine Ruiz Robaina

La sociedad de hoy está estrechamente vinculada a los medios masivos de comunicación y la información, la cual siendo analizada como producto de consumo masivo ha generado descontento en muchos sectores sociales, el cual pone al desnudo el panorama mediático actual, es decir, que sacrifica valores primordiales de la ética periodística: la objetividad y la veracidad de la noticia por mejorar los índices de audiencia.

Los medios de comunicación masivos han constituido un papel importante a lo largo de la historia. Son los vigilantes de la democracia, la voz del pueblo y los promotores del bien común. Sin embargo, la era de la globalización y el materialismo descarrilado ha traído consigo la mentira y el engaño.

Las fake news son historias falsas que parecen ser noticias, difundidas en Internet o usando otros medios cuyo objetivo es la desinformación deliberada, presentan hechos falsos como si fueran reales por lo que son consideradas una amenaza a la credibilidad de los medios serios y a los periodistas profesionales.

Este término, sin lugar a duda, crea un enorme círculo de desinformación, utiliza las redes sociales para difundir contenido engañoso y fabricado ya que los usuarios tienen la posibilidad de producir y consumir este contenido a la vez. Estamos viviendo en un contexto donde la opinión pública es moldeada bajo las circunstancias de hechos creados con el fin de persuadir, manipular las emociones, el comportamiento y la actitud de los receptores.

El periodismo de calidad y el derecho de los ciudadanos a informarse debidamente están sufriendo el impacto de este fenómeno que se vuelve cada vez más peligroso y que influye de distintas formas en la política, la sociedad y la cultura.

La desinformación y la propaganda afectan a la democracia, a los medios que se rigen por principios verdaderamente éticos, y constituyen un desafío para los receptores que tienen como reto aprender a identificar una información como falsa o no antes de ser divulgada, de ahí la importancia de crear conciencia y acabar, poco a poco, con una era en la que la emoción predomina ante la verdad.

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