La marina estadounidense desde inicios de 1898 fue puesta en alerta ante la inminente guerra de rapiña que se libraría en las costas cubanas, que se vislumbró tras la declaración de guerra a España, realizada el 25 de abril por el Congreso.

Todo ello motivó el arranque del bloqueo naval a la Isla y bombardeos a fortificaciones de la costa en las regiones centrales y occidentales del país.

Para la fecha, los intereses del naciente imperialismo yanqui consideraron muy cercano el cumplimiento de sus viejos sueños de apropiarse de la ínsula, inmersa en la contienda independentista concebida por José Martí e iniciada el 24 de febrero de 1895, para lo cual debían intervenir presuntamente a favor de los cubanos pero con el verdadero propósito de impedir la victoria de los independentistas cuando la derrota de la metrópoli era cuestión de tiempo.

Una primera opción de combate para la marina y el ejército del vecino del Norte era invadir la región occidental para tomar La Habana y el puerto del Mariel, pero las circunstancias alejaron esa variante del mando norteño.

El espionaje pudo valorar las dificultades de un desembarco en esas regiones tan fuertemente defendidas, lo que contrastaba con la presencia de las principales fuerzas del Ejército Libertador en la región oriental, favorecidas por las estribaciones montañosas donde los españoles dominaban solo las grandes poblaciones.

Inclusive Santiago de Cuba, la segunda ciudad de importancia del país, estaba pobremente defendida por obsoletas baterías navales, algunas de bronce del siglo XVIII de carga por la boca, y las tropas mambisas tenían rodeada la Villa, lo cual sería de vital importancia en el apoyo a un desembarco estadounidense como realmente sucedió.

Con la entrada y embotellamiento de la Escuadra Española del Almirante Pascual Cervera en la bahía santiaguera, compuesta por unidades en número inferior a los atacantes e integrada con barcos obsoletos y otros incompletos en su armamento y avituallamiento sería un tiro al blanco para la flota de Estados Unidos cuando salieran a mar abierto.

Ese hecho fue valorado para asegurar el lugar de desembarco por las playas santiagueras, e igualmente bombardear la urbe el 31 de mayo de 1898, con lo que comenzó la intromisión de los yanquis y el inicio de la guerra hispano cubano americana, hace ahora 120 años.

Existe un testimonio sobre la efectividad de los bombardeos navales de EE.UU. aportado por un enviado y observador de la guerra del zar ruso ante el Estado Mayor y muy probable oficial de la inteligencia de su país que hasta nuestros días conserva su halo de misterio al conocerse solo su nombre de pila “Ermalov”, tal como firmó en su informe al emperador del Kremlin sobre lo que vio en Cuba y que fue hecho público en 1899 por la corte rusa.

Escribió el agente ruso que “(…)La guerra comenzó con un bloqueo de La Habana y de un sector de la costa norte de Cuba, desde Cárdenas hasta Bahía Honda, así como con la captura de naves mercantes españolas. El 27 de abril, los buques New Port, Cincinati y Pusitan, dispararon unos cien proyectiles contra una batería cerca de Matanzas, al igual que se hizo contra las baterías en Cabañas y en Cienfuegos. (…) y precisa que (…)Todos estos cañoneos pusieron en claro que la artillería naval es inútil e impotente para silenciar la artillería costera.

Por otras fuentes se conoce que durante el mes de mayo del propio 1898 las fuerzas navales estadounidenses, en apoyo a incursiones de sus buques cerca de la costa santiaguera, bombardearon las posiciones peninsulares de Santiago de Cuba tratando de silenciar presuntos emplazamientos españoles, sobre todo a partir del día 25, pero sin mayores resultados militares y solo logrando sembrar el temor entre la población civil.

Hasta nuestros días llegan testimonios de esos infructuosos bombardeos y de los hallazgos de proyectiles sin explotar encontrados en las cercanías de Santiago de Cuba y que perpetúan en acero aquellas primeras salvas de la guerra hispano cubana norteamericana.

También se recuerda cómo las fuertes defensas navales de la capital fueron comprobadas en toda su efectividad durante la noche del 13 de junio de 1898 por la tripulación del USS Montgomery cuando se acercó demasiado a las 10 descomunales piezas de 305, 280 y 150 mm que defendían la Loma de Taganana, donde se alza hoy el Hotel Nacional, y tuvo que retirarse alcanzado por el fuego hispano.

A 125 años de haber ocurrido aquellos sucesos, parecen significar realmente fuegos de celebraciones del imperio por su primera conquista imperialista en la Isla.

(Tomado de Adelante.cu)

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