Con su fusil de mira telescópica, Fidel hizo el primer disparo y comenzó, entonces, el avance de los pelotones comandados por Raúl Castro, Juan Almeida y Guillermo García, mientras que los hombres encabezados por Efigenio Ameijeiras y Camilo Cienfuegos cubrían los flancos.

A cada instante, el combate cobraba un ritmo vertiginoso y avasallador. Fue tenaz la resistencia de los 53 soldados que ocupaban el cuartel y las trincheras.

Era 28 de mayo de 1957 y en la Sierra Maestra las fuerzas rebeldes escribían otra página de historia al atacar victoriosamente el cuartel de El Uvero. Tres horas duró el enfrentamiento, un ataque por sorpresa, el primero en gran escala que se libraba contra las fuerzas del régimen de Batista seis meses después del desembarco del yate Granma y de las penurias que habían vivido nuestros hombres.

La batalla representó para el Ejército Rebelde la oportunidad de arrebatarle numerosas armas y parque al enemigo. Allí, Fidel utilizó todos los miembros de sus fuerzas, todo el mundo peleó, y por eso resultó un combate que cubrió de gloria a la Revolución, no solo por la audacia y la bravura demostradas por los combatientes rebeldes, sino también por su caballerosidad.

Después sobrevendrían otros episodios combativos hasta la victoria del 1ro. de enero de 1959, pero El Uvero, como significó el entonces capitán Raúl Castro Ruz, «nos dio categoría de tropa experimentada», y como escribió el Che «marcó la mayoría de edad del Ejército Rebelde».

(Tomado de juventudrebelde.cu)

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