Por Héctor Izquierdo Acuña

Convocada por la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio, la huelga del 9 de abril estuvo presidida por Fidel Castro. Con el propósito de paralizar la nación y provocar el derrumbe del régimen tiránico de Fulgencio Batista, centenares de combatientes, en su gran mayoría jóvenes obreros y trabajadores humildes, se lanzaron a la huelga a lo largo y ancho del país. Era el momento propicio pues la revolución se encontraba en pleno apogeo como continuidad de un proceso insurreccional iniciado el 26 de julio de 1953 con el asalto al Cuartel Moncada.

En los primeros meses de 1958 la Dirección del Llano del Movimiento 26 de Julio, estimó que estaban dadas las condiciones para desatar una huelga general revolucionaria en todo el país. En Abril de 1958, la insurrección contra la tiranía batistiana vivía un momento de auge. El territorio de Morón, caracterizado por su fuerte movimiento revolucionario, no fue la excepción. Vívidos en su memoria son los recuerdos de Edel Fernández Venegas, participante en la huelga, recuerda: “En 1958 continuaron las acciones en Morón bajo la dirección de Ramón Hernández (El Chino), quien desde finales de enero había sustituido en el cargo de jefe de acción y sabotaje a Orlando Hernández (Tito), pues ya estaba “quemado” en el trabajo clandestino y el Movimiento lo envió para La Habana.

En este año la lucha en Morón se incrementa, se ejecutan más de una decena de sabotajes y otras acciones, como la quema de caña y puentes, descarrilo de trenes, huelgas, manifestaciones estudiantiles y recogida de armas, entre otras. El 8 de febrero los miembros del M-26-7 Armando Morales, Tino Guevara, Audel González y Ramón Hernández (El Chino) incendiaron un ómnibus de la ruta de Mayajigüa. Se encontraba parqueado frente al parque Martí, donde estaba su agencia.

En este contexto de rebeldía, nos avisaron de la huelga con un día de anticipación y me dieron la tarea de coordinar las acciones con los compañeros del Directorio 13 de Marzo de Cunagua, Velasco, Violeta y Pina; me tocó esa zona, rememora Edel. Me acompañaba Enrique Diez Morales. Dimos el aviso en Cunagua a Pedro Pablo Pujol Bencomo, un laboratorista clínico de gran historial revolucionario. En Velasco me entrevisté con Pedro Espinosa; en Violeta con Enrique Sánchez y en el Central Morón con Práxedes.

Debía avisar también a la gente de Punta Alegre. Para mi suerte el día antes me habían contratado para hacer la propaganda de un juego de pelota que se realizaría, precisamente, el 9 de abril para inaugurar el estadio de Morón.

Así pensaba justificar mis movimientos. Llevaba grabada la propaganda, aunque en realidad lo que hice fue avisar a los miembros del Directorio en esos lugares; tenía que dormir esa noche en Pina para al amanecer del 9 de abril apoyar a la huelga cuando entrara por la mañana a Morón. Pasó la noche, y cuando el 9 de abril salí para Morón me detuvo una posta de la Guardia Rural que estaba registrando en la entrada de la ciudad, frente al Hospital Civil, donde habían colocado una casa de campaña e instalado una ametralladora de trípode.

Edel Fernández confiesa que fue conducido al cuartel, que tenía una ametralladora calibre 50 y sacos de arena en el frente, y el capitán Cantón ordenó que me encerraran en el calabozo. Tres días después, estuve libre y entonces conocí del fracaso de la huelga y la lamentable muerte de Cloroberto Echemendía Ulloa, quien era operador de Radio Cuba de Ciego de Ávila y unos meses antes nos enseñó el manejo de la consola y permaneció algún tiempo con nosotros en Radio Cuba de Morón; un gran compañero que combatió en la Huelga del 9 de abril, era uno de sus principales organizadores.

En la finquita San Clemente, frente al Tres Trece o Tres Catorce, lo sorprendieron. Se batió contra el ejército y resultó herido, los esbirros lo trasladaron al Cuartel de la Guardia Rural de Ciego de Ávila y luego de grandes torturas lo llevaron para el hospital donde falleció el día 11 de abril. También detuvieron al dirigente revolucionario Gustavo Cruz Ramírez, uno de los dueños de la emisora y lo golpearon salvajemente”.

En Ciego de Ávila son asesinados los combatientes del MR-26-7, Raúl Martínez Alfonso, Esteban López Hayné, Eugenio Conte Ramos y José Ascanio Pérez, participantes en el ataque a la planta eléctrica de Vicente ocurrido ese día. El 11, es asesinado en el cuartel de la Guardia Rural de Ciego de Ávila Cloroberto Echemendía Ulloa.

En Morón la huelga del 9 de abril no tuvo la fuerza que alcanzó en otros lugares, incluso dentro de la provincia, pero sí se respondió de manera organizada y con un espíritu de lucha muy alto. Una de las acciones más importante fue desplegada por los trabajadores del Centro Telefónico, los cuales abandonaron desde el comienzo sus puestos de trabajo, no sin antes ocasionar daños a la pizarra, logrando paralizar las comunicaciones.

El Instituto de Segunda Enseñanza y la Escuela de Comercio se declararon en huelga, igualmente lo hicieron los choferes de alquiler. En los Talleres Ferroviarios le quitaron a las locomotoras los aditamentos de los frenos para que no pudieran salir.

Factores de orden táctico y organizativo malograron el éxito de aquella acción. Se luchó en toda Cuba y no pocos regaron con su sangre el suelo patrio. A pesar de que la huelga fracasó, la confianza en la victoria se había generalizado.