Tomado de PL/2 de abril de 2021
El Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), del 16 al 19 de abril, resultará hito en la historia del país antillano, que debió enfrentar difíciles pruebas, incluido el terrorismo desatado desde Estados Unidos.
Fue ese el escenario recrudecido que antecedió al Segundo Congreso de la organización partidista (17 y 20 de diciembre de 1980), que tuvo lugar en el flamante Palacio de las Convenciones de esta capital, inaugurado un año antes para acoger a la Sexta Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
A la cita acudieron representantes de 142 partidos comunistas y otras agrupaciones revolucionarias y progresistas internacionales.
Cinco años atrás había tenido lugar el I Congreso del PCC. Resultó un quinquenio en el que el país avanzó en muchos frentes pese a la hostilidad de Washington.
En octubre de 1976, terroristas que habían estado en la plantilla de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia, derribaron un avión comercial de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados, donde murieron los 73 pasajeros y tripulantes.
Un mes antes de la realización del II Congreso, Ronald Reagan asumía la presidencia de Estados Unidos en el preámbulo de nuevas agresiones contra Cuba.
Incluía la persistencia de la guerra biológica por la cual en 1980 fue introducida la fiebre porcina y en 1981 el dengue hemorrágico, con saldo de 158 fallecidos, incluidos niños.
En el lustro previo al cónclave fueron creados en Cuba los órganos del Poder Popular, fue promulgada una nueva Constitución de la República y quedó reorganizada la administración central del Estado, integrada por el Consejo de Ministros, su Comité Ejecutivo y 35 organismos centrales.
A la par se reorganizó el territorio del país con la constitución de 14 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud.
En la presentación del Informe Central de ese congreso, el primer secretario de la organización, Fidel Castro, significó el avance de la industrialización, uno de los principales acuerdos de la cita anterior.
Igualmente reconoció el aumento en las exportaciones, pero también dificultades económicas en un escenario de crisis internacional.
Durante las sesiones se analizaron la situación económica y los aspectos relacionados con las perspectivas hasta el año 2000.
En tal sentido los delegados analizaron la consolidación y perfeccionamiento del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, la orientación de las inversiones básicas y la distribución territorial de las fuerzas productivas.
Asimismo, el desarrollo de la ciencia y de la técnica; la protección del medio ambiente y de los recursos naturales; el desarrollo agropecuario, de las construcciones, del transporte y las comunicaciones; así como el desarrollo de la educación, la cultura y la salud pública, entre otros temas puntuales para el país.
Para el Primer Secretario del PCC lo más revolucionario de ese congreso fue la estructura del Comité Central elegido, con una fuerte inyección de dirigentes obreros, de mujeres y combatientes internacionalistas.
Subrayó la presencia de dirigentes de las agrupaciones de masas, ‘fundamentalmente nuestra organización obrera y nuestra organización femenina, estando incluidos también los representantes de nuestra organización campesina y de nuestra organización más numerosa: los Comités de Defensa de la Revolución’.
El II Congreso del PCC fue clausurado con un acto multitudinario en la Plaza de la Revolución ‘José Martí’ de La Habana.
En la ocasión, Fidel Castro enfatizó en ‘la sólida, profunda, indestructible vinculación de nuestro Partido con las masas’. ‘Se confirma así -dijo- la gran verdad de que el Partido es el Partido de nuestro pueblo, y que nuestro Partido existe por el pueblo y para el pueblo.’