Tomado de Granma/10 de abril de 2021
Mi padre, mecánico de profesión que abandonó este mundo prematuramente –yo solo tenía nueve años y mi hermano 11–, llegó una tarde repleto de orgullo con su carné de militante del Partido Comunista, es un recuerdo que las brumas del tiempo no han podido borrar. No era de muchas palabras, pero sí de profundas emociones y aquel pequeño «libro» de carátula roja, que simbolizaba su consagración a una causa, nos quedó como legado y acicate.