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La automedicación es la acción de consumir medicinas sin la vigilancia o sin que sean recetadas por un profesional de la salud. En diversos momentos, los individuos apelan a la automedicación para intentar aplacar la sintomatología de padecimientos frecuentes, sin considerar las consecuencias posibles para su enfermedad.

No obstante que cualquiera persona pudiera considerar que determinados medicamentos son fáciles de conseguir sin receta y además seguros, la automedicación, sobre todo con antibióticos, pudiera conllevar a graves riesgos.

El empleo inadecuado de antibióticos es especialmente alarmante, pues estos fármacos solamente pueden emplearse con el fin de atender determinadas infecciones bacterianas.

Al utilizarse de forma incorrecta, por ejemplo, para tratar resfriados o infecciones virales o sin otra necesidad, se corre el peligro de crear resistencias bacterianas. Esto representa que las bacterias se adaptan al antibiótico, tornándose más dificultosas de eliminarse en el futuro.

La resistencia a los antibióticos es una de las principales amenazas para la salud pública a nivel planetario

Junto con la resistencia bacteriana, la automedicación con antibióticos pudiera originar efectos secundarios no esperados, como son alteraciones en la microbiota intestinal, lo que perjudica negativamente al equilibrio de microorganismos en el organismo o reacciones alérgicas.

Además, pudiera retardar un adecuado diagnóstico pues el empleo no correcto de antibióticos pudiera ocultar sintomatologías de padecimientos más peligrosos. Resumidamente, la automedicación, principalmente con antibióticos, es un uso riesgoso que pudiera presentar secuelas a largo término tanto para el individuo que la aplica, así como para la salud colectiva.

(Autor: Alberto Jesús Quirantes Hernández, Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente Dr. Salvador Allende en La Habana.)

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