Para Rolando Cortés Dorta la enseñanza artística deviene amor, entrega y pasión. De ahí que cada jornada la dedica a instruir a esos niños que con aptitudes y deseos prefieren ampliar sus horizontes, y así lo hacen en el seminternado de primaria Alberto Delgado, de la ciudad avileña de Morón.
Al sostener el encuentro con Kiko, como cariñosamente muchos le llaman, no fue casual observar el cariño que le profesan sus alumnos, quienes no vacilaron en hacerle preguntas relacionadas con el quehacer artístico, sobre todo interesados por las clases de guitarra y canto.
“Desde edades tempranas se trabaja con los niños en las escuelas y poco a poco se obtienen resultados, sobre todo cuando escalan a niveles superiores en escuelas de arte y se adentran en la cultura como promisorias figuras”, alega Cortés Dorta con ese espíritu de enseñar y definir las cualidades de los estudiantes.
Aunque su especialidad es la música no se detiene en captar a quienes poseen dotes para el teatro u otra manifestación artística que contribuya a su formación integral, por esa razón, según nos confiesa, cada día aparecen interesados en aprender, a quienes les damos una atención diferenciada, alega.
La creación de una Banda Rítmica también le toma buena parte de su labor, pero no se detiene en su empeño por contribuir a que estudiantes y escuela sean esa parte inseparable de la cultura, para entre desafíos y resultados ser partícipe de la formación por las sendas del arte vivo necesario e imprescindible.
Ya casi al despedirme de Kiko, precisamente en el área deportiva del seminternado, charlamos sobre los retos, las dificultades y las alternativas para salir adelante, y sobre todo, esos deseos inmensos de educar para que no se pierda la pasión por nuestra cultura, enraizada en lo más autóctomo de la belleza y la identidad, para hacerla cada vez más amplia con el poder del ingenio y la voluntad.
(Autor: Carlos G. González Ruiz)