Imaginar que te has ido nunca será fácil. Tu voz, esa eterna sonrisa, el trato siempre cordial a los demás son, entre otras, esas cualidades que te distinguieron y que han hecho de tu persona la verdadera utilidad de la virtud en función del respeto, la camaradería y el entusiasmo que te acompañó en todo momento. La guardia de honor junto a tus restos mortales sintetiza el sentimiento de un colectivo, de tus fieles radioyentes y del territorio todo.
Te fuiste Eliza, nos dijiste el último adiós convencida de que en el alma de todos queda ese inmenso cariño ganado a fuerza de voluntad, laboriosidad, empeño, sabiduría y razón, porque siempre te asistió el desafío a las adversidades para dar lo mejor en función de una audiencia que ganaste con la entrega cotidiana ante el micrófono.
Por eso y más quienes te acompañan jamás de olvidarán, porque en la crónica de Alfredo Fernández, al pie del féretro, hubo lágrimas salidas de lo más profundo de los corazones que rotos por tu partida te dieron el último adiós, convencidos que siempre estarás ahí, con tus sabias palabras que engrandecen el alma.
Elizabeth Iparraguirre Jorge, la diva de la locución en la radio de Morón, parte a la eternidad con la convicción permanente de que su legado sirve de acicate para empeños mayores en el medio difusor y que siempre, siempre, se le recordará por esa inmensa obra que nada ni nadie podrá borrar.
El último adiós de Eliza nos hace pensar en su eterna frase de “lo cotidiano en imagen sonora” al compartir con el maestro Romo la identificación de Radio Morón, su casa grande, para con esa pasión permanente transmitir ideas y compartir con su querido pueblo.
(Autor: Carlos G. González Ruiz)