En Morón, las horas fluyen a un ritmo distinto. Hay premura y gente apurando su labor, como en los hormigueros cuando está a punto de caer la lluvia.

En este caso, sería un aguacero de alivio y satisfacción, pero, aun así, el ir y venir de personas, los brochazos de pintura y el cemento forman parte de la banda sonora ―agitada y febril― de una ciudad que tiene muchas razones para el festejo.

No es este un pueblo perfecto ni sus habitantes están exentos del millar de problemas que atraviesa Cuba, pero en los últimos 12 meses Morón ha demostrado cuánto puede lograrse con el trabajo duro y constante, a pesar de las crisis y los obstáculos, y así lo reconocieron las máximas autoridades del Partido en Ciego de Ávila cuando otorgaron al municipio la sede del acto provincial por el aniversario 71 del Asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Desde entonces, comenzó el conteo regresivo y la ciudad empezó poco a poco a engalanarse.

Un breve recorrido por la urbe, da cuenta de cuánto se avanza en las labores de embellecimiento y reparación, y también en otras acciones constructivas que buscan mejorar la calidad de instituciones y áreas públicas, y que, indudablemente, ayudarán a que los moroneros tengan una mejor ciudad.

El 26 está, como dirían los guajiros, al cantío de un gallo… y el de Morón, la icónica ave convertida en piedra, mira con detenimiento y orgullo cómo su tierra resiste y avanza.

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