Ortelio González Martínez/29 de abril de 2023
Hace poco más de un lustro, la Empresa Provincial de Abastecimiento y Servicio a la Educación (EPASE) era un desastre, en el sentido más exacto de la palabra: robos, cuantiosas pérdidas, salario medio de 287 pesos, contratos incumplidos, irrespeto por los clientes y un catauro lleno de inconformidades por parte de los trabajadores.
Pero hoy allí las plazas vacantes escasean y es una de las entidades más eficientes de la provincia avileña. La receta la tiene Osmany Costa Reyes, un licenciado en Matemáticas, máster en Ciencias de la Educación. Junto a su equipo de arriesgados especialistas, salió a sobrevivir en medio de un difícil contexto que ha sorprendido a no pocas organizaciones en la provincia y en el país.
«A nosotros nos obligó a diversificar el objeto social y abrirnos a los nuevos actores económicos; buscar suministros en las mipymes, los proyectos de desarrollo local, los trabajadores por cuenta propia. Hay que desterrar el miedo a comerciar con los nuevos actores. Si lo haces desde la honestidad no hay problemas. Tenemos relaciones contractuales con 86 formas de gestión no estatal, y eso nos ayuda porque el Estado no nos suministra todo lo que necesitamos.
«No hace mucho fuimos objetos de una auditoría y, como era de esperar, nos revisaron los 86 contratos. Obtuvimos una calificación de satisfactoria.
«Comenzamos a aplicar el Decreto 53 para implantar los sistemas de pago y tuvimos que generar más ventas. Somos una empresa que tiene como principal objeto social las obras de educación, pero este año, por ejemplo, el sector nos garantiza solo el 47 % del plan; el otro 53 tenemos que buscarlo con otros provedores: un poco por aquí, otro por allá».
Despliega estrategias por cuanto flanco productivo aparezca, siempre que lo que se propongan sea cumplible. El grueso del encargo de la Epase puede estar en cualquier lado: en la construcción, en el hospital provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, en las calles y fachadas de la ciudad o en la reparación de escuelas, no importa que estén en comunidades alejadas como Liborio, Vicente, Loma de la Carolina o la José Antonio Echeverría, más conocida como El Teresiano.
Solo en la José Antonio Echeverría, en el centro de Ciego de Ávila, tienen asegurado más de cinco millones de pesos, cifra que posibilitó cumplir el compromiso para el 1ro. de Mayo, que era de 50 millones, de los 140 que se proponen para el año.
Además de lo realizado hasta ahora, en ello tienen gran protagonismo el anfiteatro y otras labores en la Plaza Máximo Gómez Báez, el Centro de Atención y Clasificación de Ambulantes, la Empresa Provincial de Comercio, la de Conservas y la Casa de la Prensa.
Hace poco llegaron hasta al yacimiento de oro El Pilar, cercano al poblado de Gaspar, donde labora una representación de sus hombres. Con el dinero generado allí compraron rodillos, escaleras, taladros eléctricos, herramientas para mecánica y otros insumos.
«Incluso, tenemos un contrato de almacenaje firmado con ellos, por diez años, revela Osmany Costa.
«Allí realizamos varios trabajos y quieren que le hagamos otros, pero no podemos acometerlos y dentro de la filosofía nuestra está no incumplir la palabra empeñada», se limita a decir el joven Michel Pérez de la Cruz, director de Construcción.
Cada año tienen más utilidades que el anterior. Este 2023 piensan sobrepasar los seis millones de pesos en utilidades, con un salario promedio de 9 756 pesos, con una productividad de 64 396 pesos por trabajador.
Si suman las utilidades más el salario, los vinculados directamente a la producción llegaron a obtener 26 000 pesos.
En el último lustro suman más de 300 las obras terminadas. La reparación capital de la secundaria básica urbana José Martí, en la cabecera provincial, o el seminternado Paquito González, de la ciudad de Morón; la reparación de las escuelas en el consejo popular costero de Punta Alegre, tras el paso del huracán Irma y muchas otras.
El colectivo, formado por 127 trabajadores, de ellos 60 jóvenes menores de 35 años, pone a su entidad por delante con el propósito de echar a andar «la maquinaria», de extender el trabajo hacia todo el territorio y gestionar acciones para ganar en recursos y desahogar la economía doméstica.