Por Leonardo Depestre Catony
La popular frase “quedar como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando” no nació en Cuba sino que llegó de Morón de la Frontera, en Sevilla, Andalucía, y data de finales del siglo XVI. Un día, un funcionario dispuesto a apaciguar los ánimos de la población, llegó y jactanciosamente aseguró: “¡Aquí no hay más gallo que yo!”.
Algunos vecinos que lo escucharon cruzaron miradas y sonrieron para sus adentros. Y muy poco después, un grupo de “desconocidos”, amparados en la noche, lo agarró por los calzones, se los bajó y le aplicó una tunda histórica. El arrogante quedó humillado, y lo que es peor, la burla de que fue objeto aquel funcionario se convirtió en verso y canción:
Anda que te vas quedando
como el gallo de Morón:
sin plumas y cacareando
en la mejor ocasión.
Aquel gallo, emblemático de la justicia de una localidad, mereció un monumento de los vecinos.
Después, los españoles vinieron a Cuba con su anécdota y al fundar un nuevo Morón en la actual provincia de Ciego de Ávila, nuestros moronenses adoptaron y criollizaron la frase. De ahí que hoy día el gallo de Morón posea doble nacionalidad, aunque un mismo significado: estar en las últimas, en el ridículo, y aún así pavoneándose… o más bien cacareando.
El gallo tuvo su representación corpórea en un monumento inaugurado el 11 de septiembre de 1955, acto al cual asistió el presidente de la República, entonces Fulgencio Batista, por lo que la ceremonia adquirió una connotación política que la población no vio con beneplácito.
Después del triunfo de la Revolución, un oficial del Ejército Rebelde que evidentemente tomó el rábano por las hojas, la emprendió contra el monumento al gallo, y junto a otros “trasnochados” lo retiró de su lugar y colocó en la vía pública. Una manifestación popular lo recoló en su sitio y el lleva y trae continuó.
Analizadas nuevamente las cosas, con una visión correcta acerca de la significación del símbolo, en marzo de 1981 se aprobó la creación de una comisión encargada de reponer al gallo de Morón, que finalmente regresó a su pedestal, esculpido por la insigne artista Rita Longa.