El Instituto de Meteorología es uno de los pocos en la región latinoamericana que emite sus pronósticos desde 1996, cuando los doctores en ciencia Ramón Pérez Suárez, Cecilia González y Maritza Ballester (fallecida) crearon uno de carácter estacional para predecir el comportamiento de la temporada ciclónica.
Un caso elocuente es el seguimiento de Melissa, el sexto con nombre femenino de los 20 nominados para 2025, que incrementó su intensidad hasta alcanzar este lunes vientos máximos sostenidos de 260 kilómetros por hora, con rachas superiores y presión central de 917 hectopascal y, convertido en un huracán categoría cinco en la escala Saffir-Simpson, comenzará a impactar por el sur de la región oriental, donde de manera progresiva provocará el deterioro de las condiciones meteorológicas.
Por la experiencia acumulada, sus especialistas consideran que el décimo mes del año es el más peligroso de ese aciago semestre en general, debido a desmesurados vientos, penetraciones del mar e inundaciones, cuando apenas favorecen sus lluvias para el llenado de los embalses en el país, aunque si son excesivas provocan desbordamientos arrasadores, en tanto existe plena identificación en tal dirección siempre sobre la base de los hechos e impactos históricos ocurridos en ese período,
Una considerable cantidad de organismos ciclónicos afectan el territorio nacional durante esos 31 días, sobre todo los intensos; es decir, los que llegaron con vientos máximos sostenido de 148 kilómetros por hora y en torno a lo cual hay una cronología sorprendente.
Si se tiene en cuenta la velocidad de los vientos máximos promediados en un minuto, se clasifican en depresión tropical, cuando son inferiores a los 63 kilómetros por hora; tormenta tropical, de 63 a 118 km/h, y huracanes, si igualan o superan los 119 km/h.
En cuanto a estos últimos, existe la escala Saffir-Simpson, que los divide en cinco categorías: en la primera caben los que tienen vientos máximos sostenidos de 119 a 153 km/h; en la segunda de 154 a 177; en la tercera de 178 y 208; en la cuarta de 209 a 251, y en la quinta de los 252 km/h. De la tercera en adelante son considerados intensos, lo cual refleja a Melissa y su errático rumbo por el mar Caribe.
Son elocuentes los ejemplos de los más dañinos por el número de muertes provocadas, entre ellos el de San Francisco de Borja, que en 1870 dejó sin vida en Matanzas a 800 personas; el de los 5 días en 1910 en Pinar del Río a 100; y el de 1926 en La Habana y la Isla de la Juventud a 650.
Apenas en esos dos últimos territorios, el de 1944 mató a 300; el Flora, en 1963 en la región oriental, a 2000 y con vientos de 225 kilómetros por hora constituyó uno de los más devastadores que pasaron por Cuba en el Siglo XX.
/Tomado de CubaSí/
