Un poco romantizado y poético seria decir que el dolor nos dice que estamos vivos, sin embargo no es tan rosa ni exagerada esta frase porque sentirlo, tanto física como emocionalmente, es importante para nuestras vidas.
A diario experimentamos dolores, algunos son más intensos y nos paralizan. Son sensaciones desagradables para el cuerpo, pero es un mecanismo que se activa, como una alarma, para avisarnos de que no vamos bien. Por ejemplo, si apoyamos la mano en el fuego y no sentimos dolor, probablemente nos achicharraremos. Ese ardor intenso, punzante y constante es la señal de que debemos retirarnos. Básicamente es eso, el dolor existe para que tomemos medidas como cuando necesitamos medicarnos para aliviar la migraña.
Los nervios, repartidos por todo el cuerpo como si fueran cables, son los encargados de transmitir la información al cerebro para que trabajemos en lo que nos daña. ¿Se imaginan si no detectáramos la fiebre y el malestar de una infección? Moriríamos. Por tanto, en este caso es supervivencia para conservar la vida y la salud.
Lo insólito es que existen personas que padecen analgesia congénita, insensibilidad al dolor. Esto, aunque parezca un alivio, es grave. Se trata de un fallo en las conexiones y entonces no tienen cómo enterarse de cuando un asunto del cuerpo va mal. Todo lo contrario también es posible, hay quien siente dolor extremo a veces, diríamos, de manera injustificada como si tuvieran los cables cruzados.
Otro asunto similar es el dolor emocional. ¿Hay personas que sienten demasiado y otras que son como inmunes al dolor? ¿Para qué nos sirve el dolor de la pérdida, de la tristeza, la soledad, la decepción y el desamor? ¿Otra vez tiene algún sentido positivo en nuestras vidas? ¿Realmente es necesario?
Las situaciones dolorosas son inevitables porque también lo que nos duele tiene mucho de subjetividad. La experiencia humana no es posible de otro modo y aunque lo intentemos o a nuestro alrededor se tomen medidas para minimizar episodios de este tipo, siempre llegarán sucesos que nos afectarán. En este caso lo importante y lo único que puede salvarnos es cómo lidiamos con esos para no quedarnos en ese abismo que creemos que nos absorbe.
Para ello es conveniente valorar lo que sucede, saber si no hay alternativa, y si es así, no quedará más que aceptar, reconocer que en muchos casos el dolor es parte de nuestra existencia. Un ejemplo es cuando muere un ser querido, nos afecta muchísimo, pero nada podemos hacer porque no tiene vuelta atrás, es el normal curso de la vida. Está bien sentirlo, pero no es sano que perdure en el tiempo y se convierta en sufrimiento.
El dolor emocional afecta todo y casi nunca sabemos cómo quitárnoslo, nos aferramos a él cuando deberíamos mirar hacia adelante, pensar en positivo, aprender y gestionar para superarlo. Además de mental puede llegar a ser físico, y está demostrado que el cerebro procesa de manera similar tanto uno como el otro. En ninguno de los casos es recomendable tratar de ignorarlo.
/Autor: Yaima Cabezas / CubaSí/