Por estos días una de las expresiones que más se escucha entre los cubanos es ¡Qué calor hace! Y sobran razones exclamar así. Incluso, el pasado martes 20, el Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología (Insmet) en su perfil oficial en Facebook informaba que la estación meteorológica de Casablanca en La Habana, había registrado esa tarde una temperatura máxima de 38.0°C.
Esa cifra ya marcó un récord para el mes de mayo en dicha estación, porque el anterior más elevado había sido de 37.3° C, registrados el 19 de mayo de 2024.
Ese mismo año, pero en abril, se había alcanzado la temperatura más alta jamás registrada en Cuba: 40.1 °C en Jucarito, provincia de Granma. Este récord superó la marca anterior de 39.7 °C establecida en 2020.
Las altas temperaturas que nos acosan son debidas a altas presiones atmosféricas que reducen la formación de nubes posibilitando una mayor radicación solar directa. A esto se añade la falta de vientos fuertes que impidan la dispersión del calor unido a un bajo contenido de humedad.
Cuba y las olas de calor
Hasta hace un tiempo se aseguraba que las olas de calor se producían solo en los continentes o grandes masas terrestres y que en Cuba no podían ocurrir esos fenómenos por tratarse de una Isla, con distancias pequeñas entre cualquier punto del interior y la costa.
Esa condición de isla alargada justificaba que las brisas marinas proporcionaban una ventilación natural que evitaba cualquier acumulación peligrosa de aire caliente.
Sin embargo, al comenzar este mayo, el periódico Granma publicó declaraciones del doctor en Ciencias Geográficas Luis Lecha Estela, Investigador de Mérito y Experto consultante, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Más allá del aumento de la temperatura media en 1,0 grados Celsius, observado en Cuba desde 1951, a partir de 2015 el comportamiento del verano en la Mayor de las Antillas está transitando por etapas con temperaturas muy elevadas por varios días consecutivos, lo cual ya se corresponden con el concepto de olas de calor, asegura el experto.
“La incidencia de ese comportamiento aumentó en los veranos de 2017 y 2020, pero en los dos últimos, en 2023 y 2024, ocurrió de forma continua. De hecho –afirma el doctor Lecha Estela-, de junio de 2023 a febrero de 2025, las anomalías mensuales de la temperatura media global, con respecto a los valores medios de la etapa preindustrial, han superado el umbral de 1,5 grados Celsius”.
Entre sus argumentos, el también Investigador Titular del Instituto de Meteorología, explica que el término ola de calor se refiere a un periodo de tres días consecutivos, o más, notoriamente cálidos.
“La definición de ola de calor depende de la temperatura considerada como ‘normal’ en determinado territorio, pues un valor que puede ser habitual para una zona de clima cálido, es capaz de generar un evento de canícula extremo, si se trata de un clima templado”, puntualiza.
(Autor: Vladia Rubio/CubaSí)