Más allá del aumento de la temperatura media en 1,0 grados Celsius, observado en Cuba desde 1951, a partir de 2015 el comportamiento del verano en la Mayor de las Antillas está transitando por etapas con temperaturas muy elevadas por varios días consecutivos, a periodos que el profesor Luis Lecha considera que ya se corresponden con el concepto de olas de calor.
«Si hasta hace pocos años era criterio irrebatible que nuestra condición insular nos protegía de sufrir olas de calor, porque las brisas marinas proporcionan una ventilación natural que previene cualquier acumulación peligrosa de aire cálido, lo observado de 2015 a la fecha corrobora que ese verano marcó el inicio sistemático de episodios estivales de calor extremo en nuestro país.
«La incidencia de ese comportamiento aumentó en los veranos de 2017 y 2020, pero en los dos últimos, en 2023 y 2024, ocurrió de forma continua. De hecho, de junio de 2023 a febrero de 2025, las anomalías mensuales de la temperatura media global, con respecto a los valores medios de la etapa preindustrial, han superado el umbral de 1,5 grados Celsius.
Iniciador y principal impulsor de los pronósticos biometeorológicos en Cuba, cuya esencia consiste en identificar y avisar con suficiente antelación la ocurrencia de situaciones meteorológicas específicas, conducentes a ocasionar de forma directa o indirecta problemas de salud (denominados meteoropatías) entre los grupos vulnerables de una población, el doctor Lecha Estela enunció lo que plantean esas perspectivas para el verano de 2025.
«De acuerdo con las proyecciones de los modelos consultados y el consenso de los especialistas que participaron en su elaboración, lo más significativo radica en la probable incidencia de periodos persistentes de intenso calor en todo el archipiélago cubano, asociados a una marcada influencia de las altas presiones oceánicas, condición sinóptica que también favorecerá el predominio de la poca nubosidad, intensa radiación solar y una posible disminución relativa de las precipitaciones».
El también Investigador Titular del Instituto de Meteorología detalló que, tomando como referencia la serie histórica del periodo 1979-2022, la temperatura media del aire en nuestro país para el bimestre julio-agosto está en el orden de los 28 grados Celsius, y sobre los 33 grados, en el caso de la máxima media.
«Las perspectivas bioclimáticas sugieren que en el venidero verano habrá una probabilidad de superar esos registros en un 70 % o más. De cumplirse, ello implicaría la ocurrencia, en las tres regiones, de periodos de tres o más días consecutivos, con sensaciones de calor extremo».
Como revelan las investigaciones lideradas por el doctor Luis Lecha en el transcurso de las últimas tres décadas en el Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara, en colaboración con otras instituciones científicas y de Salud de esa provincia, en el central territorio han ocurrido episodios de estrés térmico intensos durante el verano, con la capacidad de producir efectos meteoro-trópicos específicos en personas vulnerables (ancianos, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas, diabéticos, hipertensos y con otras enfermedades crónicas no transmisibles).
Lo más llamativo, aseveró, es que pudimos comprobar un aumento del indicador de mortalidad diaria asociada a esos impactos por encima de los valores promedios (mortalidad en exceso), condición que nunca antes había sido detectada en Cuba.
Dentro de los síntomas más frecuentes asociados al calor intenso, descritos por la literatura médica, figuran la sudoración excesiva, capaz de conducir a la deshidratación, sequedad en la boca, dolor de cabeza, mareo, agotamiento, debilidad corporal, edema, pérdida del conocimiento y calambres musculares.
Al impartir una conferencia sobre el tema, titulada Necesidad y Urgencia, en la recién celebrada Convención Cuba-Salud 2025, el profesor Lecha Estela resaltó que la prevista continuidad de la tendencia al aumento progresivo de la temperatura media en el país debe traer consigo la aparición, cada vez más frecuente y significativa, de esas condiciones de calor muy acentuado en los meses veraniegos.
Tomando en cuenta lo anterior, sería conveniente valorar la posibilidad de incorporar los pronósticos biometeorológicos a las acciones de enfrentamiento, manejo y prevención de desastres, del Sistema Nacional de la Defensa Civil, significó el experto.
(Tomado de Granma)