Por Héctor Izquierdo Acuña

El 12 de noviembre de 1898 entraron los mambises a Morón luego de finalizada la Guerra de Independencia. Desfilaron enfermos, depauperados, con las humildes vestiduras con que la dignidad de la acción los vestía, con el valor y la emoción que la ansiada libertad que honrosamente creían conquistada los embargaba.

Pero el Generalísimo Máximo Gómez miraba con recelo la intervención y la ocupación norteamericana que vendría de inmediato. El 6 de enero de 1899 se dirigía a la Comisión Ejecutiva de la Asamblea de Representantes con frases como estas: No creo que ahora que ha llegado el momento se deba perder un solo minuto de tiempo en emprender esa obra, único medio de concluir la labor y de impedir al poder extranjero –para mí injustificable y que a la larga constituye un peligro para la independencia absoluta de Cuba- que ejerce en esta tierra.

Y más adelante escribiría en su Diario de Campaña, esta vez con fecha 8 de enero de 1899: “Los americanos están cobrando demasiado caro, con la ocupación militar del país, su espontánea intervención en la guerra que con España hemos sostenido por la libertad y la independencia…”

Para después continuar en su Diario: Tan natural y grande es el disgusto y el apenamiento que se siente en toda la Isla, que apenas el pueblo ha podido expansionarse celebrando el triunfo de la cesación del poder de sus antiguos dominadores… La situación pues que se le ha creado a este pueblo, de miseria material y de apenamiento por estar cohibido en todos sus actos de soberanía es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía…

La sincera creencia de casi todos aquellos hombres que con humildad, con sencillez, pero con toda la dignidad que su participación en la lucha les había conferido, entraban a Morón, y con el justo recelo con que se manifestaba el Generalísimo en su Diario de Campaña y en la Proclama de Narcisa, nos recuerda una vez más que la guerra que libramos contra el imperialismo norteamericano no obedece a una causa reciente, sino que ello viene dado, históricamente, desde que los Estados Unidos de América comenzaron a codiciarla posesión de Cuba en aquellos ya lejanos años.

El comandante Braulio Sánchez Valdivia dirigiendo la caballería entró por la calle Real, hoy Martí, mientras la infantería, con el coronel Quijano al frente, lo hacía por la calle Príncipe Alfonso, actual Libertad. En ese álgido momento los hermanos Miguel y Pastor Pastor Salgado, propietarios de la tienda La Flor Cubana, tomaron una tabla de cedro de más de cinco metros de longitud que tenían en su establecimiento y escribieron el ella la palabra Libertad, la que colocaron en la pared de la tienda, con lo que aludían directamente a que en esos instantes hacía su entrada en la villa de Morón la más alta representación de la Libertad, según el sueño de los patriotas de entonces.

Ello determinó que al cambiarse los nombres a las calles de Morón, con fecha 29 de septiembre de 1900, en mérito a esta iniciativa de los hermanos Pastor, esta calle recibiera el nombre de Libertad con el cual ha pasado a la posteridad.

Al rendir homenaje a los hombres que bajo el mando del coronel del Ejército Libertador Juan Pedro de la Rosa Quijano y Benito hicieron su entrada triunfal a la villa de Morón aquel 12 de noviembre de 1898, recordamos a todos aquellos patriotas que sin importar su origen o clases social, pelearon con bravura durante tres décadas para alcanzar la independencia del régimen colonial español, empeño que fue truncado por la intervención norteamericana en la guerra que sostenía el pueblo cubano contra España.

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